Solidaridad ¿derecho de los pobres?

Por Enriquerichard

Ayer estuve delante del CIE (Centro de Internamiento para Extranjeros) junto a algunos centenares de personas, exigiendo que estos centros se cierren. Los CIE’s son lo más parecido a una cárcel para los que no tienen papeles, pero sin los derechos, las reglamentaciones y controles (ni siquiera los profesionales adecuados) que las cárceles de verdad  tienen. Son, sin duda, una de las expresiones visibles de mayor injusticia que una sociedad, que se dice de derecho, mantiene contra el más indefenso: el inmigrante pobre y sin papeles.

Y es que este sistema nos está acostumbrando a taparnos los ojos cuando —nos dicen— lo que está en juego es nuestro bienestar, nuestro dinero, nuestra seguridad… Entonces, los derechos de los unos (siempre los de los pobres) se disuelven en la nube que todo lo difumina de la solidaridad de los otros (los ricos).

Es más cómodo, más barato y tranquiliza conciencias. Primero, yo, y, después, el otro… si me sobra y dentro de lo que me sobre. Porque el vivir dignamente para todos nunca ha sido un derecho y se convierte en la disposición que el rico tenga para ser solidario con el que no tiene.

Cerramos las fronteras porque no hay para todos, pero los mercados las abren para sus multimillonarios negocios de los que se aprovechan unos cuantos países (y unas contadas personas) y, luego, éstos, a su vez, les devuelven migajas en forma de solidaridad. Una solidaridad controlada, malgastada y extorsionista.

¿Qué país habla de dar ayudas al desarrollo a otros países como un acto de justicia? ¿Quién se atreve a decir que estas “ayudas” son de derecho para las personas que están sufriendo nuestras desigualdades?

¿Quién, en todo este proceso soberanista catalán, ha hablado como de derechos las aportaciones que las comunidades más ricas están dando a las más pobres? ¿De esos entre 8.000 y 16.000 millones de euros que Catalunya tendrá, si se hace independiente, cuál va ser su aportación “solidaria” a las personas que viven en países de miseria? Esta pregunta no la he visto en ninguna de las encuestas que se están realizado a lo largo y ancho del país.

O, a nivel de calle, hacemos maratones para motivar el sentimiento de las personas “por solidaridad”, pero nunca por una distribución equitativa.

Me decía un día un compañero de Arrels: “Enrique, es que los cristianos debemos llegar un poco más allá.”  Como si el cristiano debiera concebir la justicia de otra manera que aquel que no lo es. Como si debiéramos hacer distinciones en el hacer de cada día. Al otro, quizá, le mueva la persona y el hacer un mundo mejor. A mí desde luego lo que me mueve es la persona y hacer un mundo mejor que, mire usted por donde, está en la línea de lo que yo entiendo que es el Reino de Dios. Mi única diferencia en todo caso está en quién está detrás de todo esto (Dios). En el fondo, mi compañero de Arrels no se ve trabajando por devolver derechos, su objetivo último es hacer misericordia, una misericordia paternalista…, de poder…, de ayudar en la solidaridad, pero nunca de rehacer derechos.

En los derechos no se juzga a quienes los recibe. En la solidaridad siempre dependerá de la concepción económica, ideológica, religiosa, sexista, racista… que tenga el que la da. La solidaridad siempre conlleva alguna cosa de poder/esclavitud.