Ahora que, desgraciadamente, ha fallecido quien había despertado semejantes muestras de solidaridad en la gente, habría que mantener ese compromiso como el mejor homenaje que podría rendirse a su memoria. Y ello, además, por una razón que sobrepasa el vínculo emocional y se inserta en los hábitos adquiridos de manera racional. Porque es imperativo que la conducta solidaria se afiance entre nuestros hábitos para poder garantizar la atención de los muchos enfermos que precisan, como el joven Pablo, productos procedentes de la donación que hasta la fecha no se pueden fabricar de manera artificial. Quien necesita, en cualquier hospital de España, una transfusión de hematíes, plaquetas o plasma o algún trasplante de médula ósea u otro tejido y órgano depende vitalmente de los donantes, personas que facilitan esos productos sin esperar a campañas mediáticas ni a la compasión de un rostro concreto y simpático.
Por ello, en estos momentos de abatimiento por el fallecimiento de Pablo, a quien el Ayuntamiento de Marbella había concedido la Medalla de la Ciudad, confiamos en que su lucha no quede en flor de un día y la solidaridad que despertó en todo el país no sea pasajera. Su ejemplo ha de permitir que llegue el día en que sean innecesarias campañas mediáticas para conseguir donantes, que esté cercano ese futuro en que campañas como la del propio Pablo Ráez no hagan falta porque todas las necesidades de transfusión y trasplantes estarán cubiertas en los hospitales españoles por donantes suficientes que, sin aguardar a ninguna convocatoria, están dispuestos a “regalar” lo que sólo ellos tienen posibilidad de hacer: “regalar” vida a los enfermos que dependen de la solidaridad de la donación. Cuando eso suceda, todos los Pablo Ráez que no tienen rostro mediático en los hospitales podrán ser atendidos, sin la angustia de un llamamiento público urgente, simplemente por la generosidad anónima y desinteresada de personas cuya solidaridad permanente no precisa de estímulos en los medios para ser ejercida. Esos donantes solidarios son los que merecen todo nuestro reconocimiento y gratitud.