Si no hubiera inteligencia a escala suprahumana, el objeto más elevado al que podría aspirar la inteligencia del hombre sería ella misma. De hecho, ella constituiría su único objeto, puesto que un universo inteligible surgido de la no inteligencia carecería de valor cognoscitivo, como un poema absurdo o una melodía tocada al azar.
El solipsismo ateo consiste en asumir que no hay fines ni propósito en el universo, ni plan, ni diseño, ni orden, ni inteligencia a escala suprahumana, sólo porque no es capaz de imaginarlos.
Entonces, para el ateo lo único inteligible es la inteligencia, lo que equivale a decir que el pensamiento se piensa.