SolitarioS

Publicado el 06 diciembre 2013 por Santosdominguez @LecturaLectores


José Manuel de la Huerga.SolitarioS.Menoscuarto. Palencia, 2013.
Desde la deliberada ambigüedad del juego de palabras que contiene el semipalíndromo del título, las dos novelas cortas -Ultramarinos El Pez de Oro y Naipe de señoritas- que José Manuel de la Huerga reúne en SolitarioS bajo el sello de Menoscuarto funden el azar de los naipes con el azar de la vida.
Ambientadas en la imaginaria Barrio de Piedra, una ciudad mesetaria y sombría que no es ninguna ciudad concreta castellana porque es cualquiera de ellas, sus protagonistas buscan en ese azar en el que se confunden la realidad y la imaginación una salida a sus existencias rutinarias y anodinas.
Berta, la dueña insatisfecha, soñadora y fogosa de los Ultramarinos El Pez de Oro, viaja a Lisboa con la seguridad de encontrar allí al Caballero de Oros. Félix, el agente judicial que pasa sus aburridas tardes solteras y masturbatorias con una baraja erótica desplegada sobre la mesa camilla de su cuarto de estar, acaba encontrando en la realidad la carne de un Naipe de señoritas que le consuela clandestinamernte desde la adolescencia. 
Son personajes que huyen de su pasado sombrío, de la soledad y de un desvalimiento casi infantil en la sombría capital de la provincia mesetaria, un lugar anodino y gris, sepulcral en invierno, fantasmagórico en la calima del verano, hacia otros proyectos donde todo estaba dispuesto para la incertidumbre.
Y como telón de fondo histórico, no por casualidad, los años del tardofranquismo, en el que convivían problemáticamente el conservadurismo católico y autoritario con los nuevos tiempos inciertos y deslumbrados que empezaban a despuntar en el horizonte.
Un horizonte que no solo es histórico: es también el nuevo horizonte personal en el que estos personajes van a dar un giro a sus vidas en busca de los sueños, de la mano del azar. 
Porque estos perdedores buscan la felicidad y hacen solitarios en los que los naipes cuadran al final y sus vidas cambian bajo la sonrisa y la mirada compasiva del narrador de estas dos eficientes novelas cortas.
Santos Domínguez