Hoy contemplamos con incredulidad, al cabo de sólo cinco meses, que la furia de un temporal podía alterar aquella placidez y arrasar una costa ahora desierta y triste. Un mar desatado podía alcanzar el paseo donde transcurrían nuestras horas más felices y amenazar unas instalaciones en las que nos entregábamos a nuestras rutinas. La fuerza incontenible de una tormenta bastaba para destrozar la materia de nuestros sueños y dejar en evidencia la suma fragilidad de nuestras aspiraciones.
Hoy contemplamos con incredulidad, al cabo de sólo cinco meses, que la furia de un temporal podía alterar aquella placidez y arrasar una costa ahora desierta y triste. Un mar desatado podía alcanzar el paseo donde transcurrían nuestras horas más felices y amenazar unas instalaciones en las que nos entregábamos a nuestras rutinas. La fuerza incontenible de una tormenta bastaba para destrozar la materia de nuestros sueños y dejar en evidencia la suma fragilidad de nuestras aspiraciones.