Cuando uno lee, busca de algún modo encontrar algo que le llene, que le aguijoneé de alguna manera. Busca, creo, levantarse del sillón con los ojos inundados en belleza. Yo espero eso, busco eso y a veces, las menos -todo hay que decirlo- una se topa con ese libro maravilloso, con ese que apenas se atreve a subrayar porque si no todo el acabaría lleno de rayas de colores y decides copiar las frases impactantes en un cuaderno para que permanezcan allí y baste con cogerlo y volver a enamorarse de esa prosa imponente a la que -porque no decirlo todo- envidias. Si yo escribiese querría hacerlo como Castán. He encontrado en sus relatos medida de mis sentimientos, me he visto reflejada en ese cansancio, en esos fantasmas que jalonan los relatos que componen "Sólo de lo perdido". Los he disfrutado como hacía mucho no disfrutaba de la lectura. Además se da la circunstancia que últimamente no disfruto mucho de lo que leo. Y no creo que sea la calidad de lo que escojo para leer sino que me falta entusiasmo y éste libro me ha devuelto en parte la alegría de leer, algo que he de agradecer al autor.Puede que ustedes no disfruten con este tipo de literatura, que busquen la narración únicamente, que la belleza no les interese, que no busquen frases impactantes o circunloquios alucinantes, puede que ustedes disfruten con otra literatura, esa que narra, esa que sólo cuenta, historias, si me lo permiten, desnudas. Si gustan de eso, no se acerquen a Castán, seguro que les decepciona, seguro que no encuentran el dulce néctar que destilan sus palabras, pero si son como yo, si buscan ante todo el cómo lo cuentan, si buscan babear directamente sobre las letras , si les entusiasma lo bueno, el caviar iraní de la literatura, cojan cualquier libro de Carlos Castán y disfruten, sin cortapisas, sin complejos, disfruten como un niño que cierra el cuaderno de matemáticas y abre "La isla del Tesoro". Disfruten sin parangón, beban a sorbos este vino, no se corten. Carlos Castán es magnífico, maravilloso. Cuando lees sus relatos necesitas volver a repasar sus frases y disfrutarlas. Caray. ¡Qué suerte tengo de encontrarme de vez en cuando con autores cómo éste! Y qué rabia da que no sea tan conocido, que no esté en la cabecera de todas las camas, que una inmensa mayoría no lo disfrute. De verdad. No tengan reparos. Léanle. Y luego cuéntenlo, cuéntenme lo que les parece. Díganme si todavía tengo criterio.
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