Desconectados de la realidad que les rodea y predicando la intolerancia y la discriminación hacia unas personas a las que culpan de todos los males de la sociedad simplemente por incorporarse al mercado laboral, disponer de su cuerpo o vivir su amor con total libertad, la Iglesia, y sus jerarcas en concreto, son incapaces de asumir las consecuencias de sus actos y la incoherencia de su mensaje. No ha sido Dios quien ha roto la inocencia y el alma de miles de niños, obligados a ser cómplices del silencio de la vergüenza durante años, ni ha sido él quien ha cambiado el "amaros los unos a los otros como yo os he amado" por el mensaje de la intolerancia y la exclusión. No es Dios quien está arrinconado, sino esta Iglesia tergiversadora de su palabra. ¿Qué sentido tiene esta organización jerarquizada, con Estado y medios de comunicación propios? Nunca antes les ha sido más fácil propagar su mensaje y tan difícil inocularlo en la mente de las personas. "Solo Dios basta", dijo Santa Teresa de Jesús, pero entonces el negocio de la fe no existiría.
Desconectados de la realidad que les rodea y predicando la intolerancia y la discriminación hacia unas personas a las que culpan de todos los males de la sociedad simplemente por incorporarse al mercado laboral, disponer de su cuerpo o vivir su amor con total libertad, la Iglesia, y sus jerarcas en concreto, son incapaces de asumir las consecuencias de sus actos y la incoherencia de su mensaje. No ha sido Dios quien ha roto la inocencia y el alma de miles de niños, obligados a ser cómplices del silencio de la vergüenza durante años, ni ha sido él quien ha cambiado el "amaros los unos a los otros como yo os he amado" por el mensaje de la intolerancia y la exclusión. No es Dios quien está arrinconado, sino esta Iglesia tergiversadora de su palabra. ¿Qué sentido tiene esta organización jerarquizada, con Estado y medios de comunicación propios? Nunca antes les ha sido más fácil propagar su mensaje y tan difícil inocularlo en la mente de las personas. "Solo Dios basta", dijo Santa Teresa de Jesús, pero entonces el negocio de la fe no existiría.