Con estas sencillas palabras justifica la Srta. Corinna su relación con Nóos, el Sr. Urdangarín y toda la trama esta que parecía embolsarse dinero público a raudales con pretextos peregrinos y euros contantes y sonantes en cuentas suizas. La princesa luce como portada de revista amarilla, y podría pasar tanto por la musa de un pintor impresionista, como por la amante de un rey; con tanto y con todo, le parecían doscientos mil euros, la cantidad adecuada, “digna” como la calificó ella, para remunerar a D. Iñaki por su trabajo. Y es donde uno se pregunta ¿qué trabajo. ¿Qué sabe hacer el yerno de D. Juan Carlos de Borbón, además de jugar al balonmano y hacer gala de un mal gusto excelente?. ¿Cuantos españoles (y españolas, para resultar políticamente correcto) tienen dificultades para llegar a fin de mes, siendo excelentes profesionales en sus respectivos campos, como para que a un exjugador de este deporte, se le paguen más de treinta y tres millones al año de las antiguas pesetas por no hacer nada?.
La respuesta tiene ojos azules y una belleza serena con domicilio en Montecarlo, faltaría más; Urdangarín es un tahúr de malas formas y pocas luces, rodeado de tramposos como él que juegan con ruindades las bazas perdidas; hasta para vivir del cuento y el glamour es necesario un estilo, del que Corinnna está a punto de dar un cursillo rápido.