Soltar lastre o arrojar la toalla no es una tarea fácil, porque nos lleva a enfrentarnos a una situación en la que nuestros sueños personales de progreso se ven truncados de alguna forma. Pero no es más un dilema de adaptación influido por la inseguridad social que arrastramos desde la infancia. La inseguridad es miedo, y el miedo, uno de los enemigos más severos de la felicidad. Tomar decisiones difíciles desde el punto de vista de las emociones va en contra de la propia naturaleza del ser humano individual. No queremos que nuestros sueños se malogren, y nos aferramos a ellos para sentirnos vivos.
Sin embargo, aunque en general, tener sueños y perserguirlos es una vía para ser feliz, aferrarse a ellos cuando no se avanza, es todo lo contrario. La solución a tal paradoja es reorientar los sueños de forma que se acerquen a un logro más realista. Tal vez, modificando nuestros sueños ligeramente sea suficiente para avanzar sin tener esa sensación de vacío existencial que influyó en muchas épocas culturales. No creo que haga falta llegar al vacío del logro de los sueños, si aligeramos la carga convencional y social transmitida y nos centramos en el punto inquebrantable de nuestros deseos interno.
Soltar lastre no significa arrojar toda la carga, sino la menos imprescindible y pesada. Arrojar la toalla no significa abandonar y perder la lucha, sino detener el fracaso y replegarse para volver a intentarlo cuando haya más opciones de triunfo.
Dejar ir relaciones que ya no nos sirven a un propósito en nuestras vidas es uno de los aspectos del Cambio con el que todos hemos estado luchando. Muchas personas hablan de la tristeza que sienten cuando un amigo o compañero sale de sus vidas inesperadamente, con frecuencia antes de que estén listos para dejarlos ir. Mientras que podemos reconocer, desde una perspectiva espiritual, que ellos han servido a su propósito y que tenemos una confirmación de que nuestras vibraciones energéticas han cambiado, debemos tratar con el aspecto material o humano de dejar ir y seguir con nuestras vidas. Y eso puede ser duro.Dependiendo del tipo de relación que tengamos con alguien, su desaparición de nuestra vida puede dejar un espacio notable. Si es una relación romántica, de repente estamos solos y sin el compañero con el que pensamos que estaríamos. Nuestros planes para nuestro futuro ahora pueden ser muy diferentes. Si es un amigo, ya no tenemos a alguien con quien compartir nuestros pensamientos y en quien confiar. Sin importar qué tipo de relación tengamos, cada una que finaliza es un recordatorio de que nuestra elección de tomar un camino espiritual puede significar que con frecuencia caminaremos solos nuestro camino.Entonces, ¿cómo dejar ir y seguir con nuestras vidas cuando no nos sentimos listos para hacer eso?. ¿Cómo reconciliamos nuestra necesidad de estar con alguien cuando su elección es no estar con nosotros?. Podemos comenzar no tomándolo personalmente y dándonos cuenta de que a un nivel energético ya no nos conectamos de la misma forma. Cada relación tiene un aspecto de sanación para ello y cuando la sanación ocurre y viejas heridas y deudas kármicas son cerradas tanto la energía como la razón de la relación cambian. Ahora puede terminar y seguir en otra dirección. Cuando dejamos ir y avanzamos, nos permitimos a nosotros mismos y a los demás encontrar nuevas formas de ser. Mientras que puede ser el final de esta relación, puede ser el comienzo de algo nuevo, ya sea con esa persona o con alguien más.Cuando nos permitimos dar cierre, lo cual significa dejar ir y avanzar, reconocemos nuestro crecimiento espiritual y sanación. ¿Qué vamos a recordar de nuestras viejas relaciones?. Podemos recordar la alegría y los buenos tiempos y mantenerlos en nuestro corazón. El resto simplemente podemos dejarlo ir y saber que avanzar en nuestro camino abre oportunidades para que nos conectemos con almas más similares que comparten nuestras vibraciones energéticas y que están más afinadas con nuestro propósito del alma y vida. Cualquier relación que termina en este tiempo tiene un mensaje de crecimiento y sanación para nosotros, un final de lo viejo y una oportunidad para que lo nuevo comience. Nuestras vidas estarán llenas con nuevos comienzos en este tiempo y podemos aprender a aceptarlos con gracia y entendimiento y atravesar la puerta hacia nuestro cielo en la tierra.
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