A quién decirle
de este sobrecogimiento de miedo
de esta tarde de sombra que se alarga
y de los barcos.
A quién decirle que es tan inmensa la vida
que no hay forma de escribir un verso.
A quién decirle de los largos y negros sociegos que revelan,
de la esmerada confusión de la existencia por merecer
y de los huesos
A quién decirle un poema
para resumir tanta costa orillada a la sorpresa,
tanta floresta y quilombo serpenteando entre las fugas.
A quién decirle de las mañanas atestadas de cumulos flotando
de cosas pesadas cayendo con humedad hacia el calor
y de los ojos
A quién advertirle de lo desconocido
del ansia de descrubir y reconocer caminos
de saber que se va, que se desaparece el aire
y la cuenta de los dedos
A quién contarle las estrellas
señalarle en el día una luna arriesgada
o un abrazo de borrachos sonriendo de estar felices
A quién escribirle una señal al menos
decirle en otra lengua
lo que la lengua tiene entre los sueños
A quién decirle del cansancio
de las manos maceradas
y el coraje
A quién confesarle que no se puede borrar
ni odiar, ni olvidar cada golpe de vida
cada empujón de belleza
y la ceniza
A quién reclarmarle por esta clarividencia
por el borde de la tierra y sus terribles noches
A quién decirle algo si nadie quedará
A quién decirle
grito
A quién!!!
Y los años pasarán
ninguna palabra sobrevivirá
A quién decirle del estrago,
de esta aturdida existencia ,
de los desordenados embalajes que trae el recuerdo
y las pisadas de un animal moribundo
y la voluminosa presencia de un día
A quién decirle
de la piel que memorizó el gusto de las frutas,
y las alas
Alguien,
sin maldad,
nos puso el mundo encima....
abrumandonos
A quién decirle de esta terrible revelación
del miedo de saber que se teme perderlo todo
Y nadie
nadie para contarle
del silencio a través de un beso
Nadie:
como una linea en la noche
que separa la tierra del cielo;
como un final,
ahi,
abismando.