Sombras del ParaísoArturo Neimanis Capítulo XIII: Los Vil...

Publicado el 02 julio 2014 por Aneimanis @aneimanis

Sombras del ParaísoArturo Neimanis Capítulo XIII: Los VillanosJulio 2, 2014
Sombras del Paraísopor:  Arturo Neimanis

CAPITULO XIIILos Villanos
El mal es un problema que ha sido reflexionado y teorizado desde muchos puntos de vista. Ha sido objeto de reflexión para literatos, filósofos y teólogos, mostrando, cada uno desde sus respectivos campos, la perplejidad, la incomprensión, cuando no la rebeldía y hasta la furia, que su presencia injustificada les producía. Podemos incluso afirmar que interrogantes del tipo: ¿por qué existe el mal? ¿De dónde surge, cuál es su origen? ¿Cómo dios puede permitir que sufra el inocente?..., y otros muchos del estilo, han traspasado, traspasan y traspasarán la existencia del hombre, porque nadie que haya experimentado el dolor y el sufrimiento, directa o indirectamente, puede dejar de interrogarse. El mal le impide al ser humano realizarse como hombre.
Han sido muchos los villanos que he conocido, también han sido muchos los que han pasado a la Historia como héroes y Héroes que por el contrario, aun hoy son vilipendiados sin que nadie reconociera su gesta heroica. La historia humana ha sido formada por numerosos personajes coloridos, sin embargo, algunas de ellos se comportaron de forma tan vil y perversa, que son universalmente condenados como villanos. Atila, Calígula, Herodes, Nerón, Torquemada, Idi Amín, Ranavalona I, Pol Pot, Adolfo Hitler, Stalin, Muamar Gadafi. Por solo mencionar unos cuantos. Otros en cambio, tienen detractores y tienen defensores, los héroes de algunos son los villanos de otros, tal es el caso reciente de Mao, Perón, los hermanos Castro, el che Guevara, Hugo Chávez y muchos otros. Históricamente miles de personas han realizado cosas sorprendentes, que repercutieron ya sea para bien o para mal, también hay personajes grises cuyos nombres jamás aparecerán en los libros de Historia. Quien se ponga a revisar la historia concienzudamente, seguramente notará que los grandes villanos de la humanidad han sido personas sumamente inteligentes y hábiles. Lo cierto es que mientras el hombre vive cegado por la comodidad, la ignorancia, la violencia o la angustia, no repara en depositar su libertad en las manos de otros o en cualquier sistema, sea este religioso, político, educativo o social, después afloran las consecuencias funestas que  acarrean estos dementes, cegados por el ansia de poder o la fama, o en definitivas cuentas, mil motivos adicionales que podríamos añadir a la lista.
Aquí es bueno acotar que el bien y el mal en realidad no existen. Al menos no en el sentido convencional en el que los hemos conceptualizado. Una cosa es buena cuando  conviene y mala cuando no. Ambos conceptos son una cuestión de conveniencia egoísta y caprichosa de la mente. A las fuerzas de tipo evolutivo se les llamó buenas y a las fuerzas de tipo involutivo se les bautizó con el término de malas.  Dichas fuerzas se producen dentro del hombre y dentro de la naturaleza siendo su tendencia natural el equilibrio. Toda moral se fundamenta en esas dos palabras: Bien y Mal, los términos sirven para condenar o justificar los errores propios de cada quien. Quien justifica o condena no comprende. Es inteligente comprender el desarrollo de las fuerzas evolutivas pero no es inteligente justificarlas como buenas. Es inteligente comprender los procesos de las fuerzas involutivas pero resulta estúpido condenarlas con el término malas. Justificar determinado tipo de energía y condenar al otro, no es comprender. Lo vital es comprender. Debido a este encierro mental, la experiencia de la verdad ha sido muy rara entre la humanidad. Muchos  están encasillados entre los opuestos del bien y el mal. Justificar o condenar no significa comprender. Quien quiera acabar con sus defectos no debe justificarlos ni condenarlos. Tan sólo basta con comprender nuestros errores. Comprender la ira en todos los niveles de la mente es fundamental para que en nosotros nazca la serenidad y la dulzura. Comprender los infinitos matices de la codicia es indispensable para que en nosotros nazca la filantropía y el altruismo. Comprender la envidia en todos los terrenos de la mente es suficiente para que nazca en nosotros el sentido de cooperación y la dicha por el bienestar y el progreso ajeno.
Las virtudes nacen en nosotros en forma natural y sencilla cuando comprendemos nuestros defectos psicológicos no solamente en el nivel intelectual sino también en todos los terrenos subconscientes e inconscientes de la mente. Cuando hemos muerto, algo en lo que tengo cierta experiencia, sólo queda en nosotros esencia de nuestro ser íntimo. Cada defecto tiene muchos matices, fondos, trasfondos y profundidades. Comprender un defecto en el nivel intelectual no significa haberlo comprendido en los distintos terrenos subconscientes de la mente.
Cualquier defecto puede desaparecer del nivel intelectual y continuar en los otros terrenos de la mente. La ira se disfraza con la toga del Juez. Muchos codician no ser codiciosos, hay quienes no codician dinero pero codician otras cosas, virtudes, amores, felicidad aquí o después de la muerte, etc., etc., etc.
El guardián en una ocasión me conto que Aristipo el filósofo griego queriendo demostrar a todo el mundo su sabiduría y su humildad se vistió con una túnica viejísima y llena de agujeros, empuñó en su mano derecha el palo de la Filosofía y se fue por las calles de Atenas. Cuando Sócrates le vio venir, exclamó: “Se ve tu vanidad a través de los agujeros de tu vestidura, oh Aristipo”.
El delito también se viste de Santo, de Mártir, de casto, de Apóstol. El bien y el mal no existen, dichos términos sólo sirven para buscar evasivas a nuestros propios defectos.
Es por eso que me pregunto, ¿Qué impulsa a estos seres, a los que vemos como villanos, para ser como son?, ¿acaso es su destino ser así?, algunos sostienen que en realidad no pueden ser condenados ya que estaban predestinados a hacer las cosas que hicieron y por tanto no podían eludir su destino. Yo era realmente muy joven, aun no cumplía los veinte años, cuando leí por primera vez un texto en el que se defendía a Judas por la traición a Jesús alegando que estaba cumpliendo los designios de dios al hacerlo. Difiero de esta opinión. Cada vez que he estado cerca de la presencia de alguno de ellos, he podido sentir lo negativo de la emanación del aura que les rodea. Son seres realmente repulsivos y aun no logro encajarlos en el plan maestro de armonía que envuelve a la creación, simplemente me parece que no debieran estar allí y sin embargo aparecen continuamente, porfiadamente, no dejan de desentonar con el resto de la obra. He aquí un misterio que en verdad quiero resolver.
Por momentos he llegado a sentirlos como si fuesen infiltrados subrepticiamente en el plan maestro del Artista sin el conocimiento de este, pero de inmediato aparto esa idea de mi mente, por más que me asegure el guardián que el Artista no es Dios (así, con D mayúscula) no puedo aceptar que algo escape de su conocimiento y menos algo tan grave como lo que supondría esa loca idea mía. Todo esto me lleva a pensar que deben existir diferentes seres en la creación, el guardián me habló de otros, guardianes al igual que él, en separados planos de existencia, de lo que puedo deducir que seres tal vez más avanzados, pero al igual que nosotros distantes infinitamente del Artista, también tendrían que darle solución a los muchos enigmas que la vida y el cosmos les planteasen, sospecho que sus soluciones puede que no sean tan compatibles con las nuestras y poco a poco he ido adquiriendo la certeza que ni siquiera son las mismas, aun para cosas fundamentales. Tal vez, solo tal vez, ellos sean los responsables de estas aberraciones dentro de la creación a las que hemos dado en llamar villanos y que bien pudieran ser una especie de quinta columna puesta allí por esos seres, con propósitos que aún no logro discernir.
Me veo limitado en mi plan de investigación por la limitación que tengo para viajar más allá del siglo primero. No me parece que sea obra de la casualidad el que tantos mitos y leyendas coincidan en aspectos tan marcados. Investigar el origen de esos mitos probablemente me permitiría, tal vez, aclarar algunas dudas que me están carcomiendo por dentro. El misterio que envuelve a las pirámides en Egipto y su relación con otras, más o menos contemporáneas con ellas a lo largo del mundo entero, y cuando digo contemporáneas no me estoy basando en la edad que se cree que tienen, no sé cómo explicarlo pero, al estar cerca de ellas tuve la certeza que son muchísimo más antiguas de lo que los sabios nos han dicho. Imponentes, majestuosas. Las pirámides de Keops, Kefren y Micerinos se alzan en medio del desierto de Gizah altivas. Te detienes frente a ellas, y quedas absorto; tu mente perdida en el tiempo; en épocas de conquistas; en épocas de Grandes Imperios…
Las líneas de Nazca, ¿Pudieron los hombres pre-incaicos de esta cultura peruana tener la tecnología suficiente para realizar tan entroncadas líneas?, ¿cómo pudieron ellos tener noción de las formas y distancias si estas líneas sólo pueden ser contempladas en su verdadera dimensión a gran altura? O ¿por qué dedicaron tanto esfuerzo en hacer las figuras? Civilizaciones enteras, avanzadas para su época, hoy desaparecidas en las brumas del tiempo y de las que desconocemos casi todo, Los celtas, La Civilización Minoica. Y ni hablar de los mitos acerca de la creación y del fin del mundo. Son demasiadas cosas en común para que yo pueda aceptar que son coincidencias. Invariablemente siento que en cada uno de estos acontecimientos ha sido necesario que alguna presencia externa al conjunto haya ejercido su influencia. Nada justifica que estos hechos hayan quedado marcados en el subconsciente colectivo de la humanidad tan profundamente por vías naturales.
Lo cierto es que veo con preocupación que cada vez aparecen con más frecuencia estos personajes que llamamos villanos. Siempre existían uno, dos hasta tres de estos entes negativos en una época determinada, pero en la actualidad, mi actualidad, su número ha ido progresivamente en aumento y no veo una causa lógica para ello, al menos no dentro del esquema planteado por el Artista. No sé, realmente no sé.
Esta sensación de urgencia cada vez se hace más fuerte dentro de mí. No sé, realmente no sé.
Continuará...