Leer: Salmo 100 | La Biblia en un año: Mateo 12:24-50 | Hace varios años, nos hospedamos con mi esposa en una rústica hostería de los remotos valles de Yorkshire, Inglaterra. Estábamos con otras cuatro parejas, todas británicas, a quienes acabábamos de conocer. Mientras tomábamos un café después de cenar, empezamos a conversar sobre nuestros trabajos.
En aquel entonces, yo era director del Instituto Bíblico Moody, en Chicago, y supuse que nadie conocía la institución ni a su fundador, D. L. Moody. Cuando dije el nombre, todos respondieron sorprendidos y al instante: "¿De Moody y Sankey... de ese Moody?". Otro huésped agregó: "Nosotros tenemos un himnario de Sankey, y nuestra familia suele reunirse junto al piano para cantar esos himnos". ¡No podía creerlo! El evangelista y su músico habían tenido sus reuniones en las Islas Británicas hacía más de 120 años, y su influencia aún seguía.
Aquella noche, me fui pensando en cómo podemos echar una larga sombra de influencia espiritual: una madre que ora por sus hijos, palabras alentadoras de un compañero de trabajo, el apoyo y el desafío de un maestro o consejero, palabras correctivas y amorosas de un amigo. ¡Qué gran privilegio ser parte de la maravillosa promesa de que "el Señor es bueno; [...] y su verdad por todas las generaciones (Salmo 100:5)!
Señor, ayúdame a invertir mi vida en bendecir a los demás.
Solo lo que se hace para Cristo perdurará.