Somos cazadores-recolectores

Publicado el 18 mayo 2015 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas

Hubo un tiempo, en la prehistoria, en el que la raza humana era cazadora-recolectora. Es decir, obtenía sus alimentos de la caza de animales salvajes y de la recolección de plantas comestibles. En esta situación, el ser humano tomaba sin dar nada a cambio. El problema, es que un ecosistema, solo podía aceptar un cierto número de individuos no productivos antes de desmoronarse.
Es decir, para que hubiera mayor densidad de población, había que dar además de tomar. Para conseguirlo se desarrolló la ganadería y agricultura, que no es más que gestionar un ecosistema para que de la máxima productividad en el mínimo espacio posible. De esta manera, los humanos pudimos agruparnos cada vez en grupos más densos hasta llegar a las grandes ciudades de hoy en día.
Con ese gran paso adelante, que fue la agricultura y ganadería, pareció que teníamos el futuro resuelto, pero no es así. Con la revolución industrial, el hombre ha conseguido un poder que antes no tenía, y de la misma manera en la que antes podíamos desequilibrar un ecosistema, ahora podemos (y lo estamos haciendo) desequilibrar los ciclos biogeoquímicos.
Los ciclos biogeoquímicos, son los flujos de los distintos elementos. Un ejemplo: El agua se evapora de los mares, viaja por la atmósfera en forma de nubes y cae en forma de lluvia en la tierra. En la tierra empieza a viajar en forma de ríos hacia el mar completando su ciclo. Lo mismo ocurre con el resto de elementos y compuestos químicos.
Hemos llegado a un punto, en el que el ser humano modifica estos ciclos. Es especialmente patente con el ciclo del carbono. Al quemar combustibles fósiles, movilizamos ese carbono que estaba fuera del ciclo y usamos como sumidero la atmósfera, sin volver a fijar el carbono.
El problema, es que al hacerlo, modificamos su ciclo, lo que cambia las condiciones, en este caso provocando el famoso efecto invernadero y elevando la temperatura. Estamos tomando sin dar.
Lo mismo ocurre con el resto de elementos, calcio, azufre, potasio fósforo, nitrógeno… En el caso de estos dos últimos, lo provoca la agricultura intensiva, pero el resultado es el mismo. Los recursos son finitos y hay que gestionarlos si queremos seguir consumiéndolos. Si queremos seguir aumentando la densidad de población.
Y no estoy hablando de ecologismo, tan solo de sostenibilidad. Nos encontramos con el mismo problema que se encontraron nuestros antepasados cuando vieron que al aumentar su número, se agotaban las presas y las plantas comestibles. Tenemos que seguir su ejemplo.
Tenemos que domesticar los ciclos biogeoquímicos.
Orson López