Somos el enemigo

Publicado el 21 febrero 2012 por Juanmajurado
Con claridad y rotundidad el Jefe Superior de la Policía de Valencia, el Sr. Moreno, arropado por el gesto cómplice de la Delegada del Gobierno en el País Valenciano, la Sra. Sánchez de León, lo ha dejado belicosamente claro: ellos "son el enemigo", los estudiantes "son el enemigo". Los menores que protestan estos días a las puertas de su Instituto "son el enemigo" y ha de entenderse que, aunque sólo sea por afinidad filial, sus padres también forman parte del "enemigo". Fácilmente se entenderá que los profesores que les apoyan constituyen, sin duda, un elemento más del "enemigo". Un círculo que, sin remedio, rápidamente termina ampliándose a familiares y amigos que, al condenar la represión incontrolada e indiscriminada, pasan automáticamente a la categoría de "enemigos". Y llegados a este punto, en aplicación de la máxima de los amigos de mis amigos son mis amigos, la extensión de la contaminación llega a ser tal que, pronto, "el enemigo" termina siendo el conjunto de la ciudadanía.  Los estudiantes del Instituto Lluís Vives valenciano protestan porque antes prefieren pasar frío en la calle que en sus propias aulas, antes prefieren gritar de rabia que de impotencia, antes prefieren manifestar su queja por los recortes que lastran su formación que continuar recortando su dignidad... En la Comunidad Valenciana, gobernada desde tiempos inmemoriales por la derecha cavernaria, nunca ha habido dinero para la la educación pública, pero sí para agasajar al santo padre con, como si de un maná se tratase, una lluvia de millones; ni un euro para construir escuelas que sustituyeran a los eternos barracones, pero sí para ruinosos lujos con grandes coches, grandes barcos o aeropuertos para pasear. Desde hace dos meses, la misma caverna reaccionaria está instalada en el gobierno español. Y ya ha aplicado al "enemigo" el mayor recorte de derechos laborales de la historia contemporánea, ya le ha hecho saber al "enemigo" que ni su trabajo, ni su sanidad, ni su educación, ni su asistencia social, ni su bienestar, son prioridades frente a los intereses bancarios y el déficit. ¿Es esto lo que querían y votaron millones de personas hace ahora tres meses?