Somos lo que soñamos

Por Admin24 @Notepares_

Los sueños siempre han despertado mucha curiosidad, como si se sospechara que contienen un saber especial. Y es que son, junto a las fantasías y otros productos de nuestra mente, la expresión clara de que tenemos un inconsciente que trata de ser escuchado. Fue Freud quien, en 1900, publicó La interpretación de los sueños, una obra que influyó en la comprensión de las imágenes oníricas. Un siglo después nadie se atrevería a decir que éstos carecen de sentido. ¿Pero por qué soñamos? ¿Qué nos dicen de nosotros mismos? ¿Por qué se repiten?
Los sueños son la expresión de deseos inconscientes que han sido reprimidos y que aparecen en la escena onírica debido a que al dormir la censura que impide el acceso a la conciencia de tales deseos se relaja.

Dado que no todos son agradables, se podría pensar que no pueden ser la expresión de deseos. Sin embargo, las emociones penosas se producen para castigar al soñante por la indignación del yo ante un deseo que no le parece aceptable. Por su parte, los sueños premonitorios señalan la fuerza del deseo inconsciente y conducen en esa dirección a quien lo soñó.

La sorpresa se debe al impacto que proporciona la realización de un deseo y comprobar entonces que antes de que nuestro yo consciente lo supiera, un saber inconsciente nos lo había dicho. Estas imágenes oníricas nos dirigen al núcleo de nuestro ser. Queremos cosas posibles y cosas imposibles, tenemos deseos confesables y otros inconfesables, unos podemos realizarlos, otros no. Como seres humanos, estamos constituidos por deseos que nos mueven a ser y a buscar lo que suponemos que nos hará sentir mejor. Desempeñan una función importante si estamos atentos a ellos, pues nos avisan de lo que deseamos y nos previenen para el futuro. Sus mensajes nos intentan proteger y descargar tensiones que no han encontrado otra vía de expresión.
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Marta se despertó angustiada. Había soñado que un hombre la daba un golpe y moría. Tumbada en una camilla, observaba cómo su madre, que le acariciaba la cabeza, decía: Pobrecita, no pudo hacer nada. Últimamente este sueño se repetía. Marta estaba haciendo las prácticas en un hospital, había estudiado Medicina. Por alguna razón, creía que no iba a poder curar a los enfermos porque la conmovían. Movida por el deseo de aplacar la angustia que sus sueños la promovían, inició una psicoterapia en cuyo transcurso descubrió que el sueño intentaba nombrar el deseo de que su madre la hubiera salvado de un padre alcohólico que, cuando llegaba borracho a casa, se acercaba a ella demasiado.

Marta se identificaba con los enfermos y por ello aparecía en una camilla, porque ella también se sentía enferma de culpa por haber estado demasiado cerca de su padre y de resentimiento contra su madre. En el sueño expresaba el deseo de ser cuidada y protegida por ella, así como que la aliviara la culpa. Se repetía porque al empezar a ejercer como médico, se identificaba con aquellos pacientes con daño en la cabeza. Su pasión por la medicina y por curar provenía de un deseo de reparar el dolor en otros.

Las asociaciones de ideas sobre las imágenes oníricas en un tratamiento son imprescindibles para realizar el trabajo que lleva a la comprensión del sueño. Éstos poseen dos tipos de contenidos. El manifiesto es lo que percibe el que sueña y el relato que hace de ello. Se trata de imágenes que se pueden recordar mejor si se les pone palabras. Para que se produzcan estas imágenes se ha realizado un trabajo psíquico por el que la persona intenta expresar un deseo de forma disfrazada. Ésta es la razón por la que la mayoría de los sueños, salvo algunos infantiles, son en apariencia absurdos.

El contenido latente es el conjunto de significaciones a las que conduce el análisis de las imágenes oníricas. Ya descifrado, el sueño no aparece como una narración formada por imágenes, sino como una organización de pensamientos que expresan aquellos deseos que son reprochables para el que sueña. Se manifiestan de forma incongruente porque albergan recuerdos de infancia e impresiones corporales censurables.