Estadisticamente los patrones estacionales parecen tener un cierto fundamento, pero… ¿son fiables?
Invertir en bolsa es, muchas veces, igual que lanzar una moneda al aire. Lo normal es que unas veces pierdas y otras ganes. Es prácticamente imposible acertar siempre. Lo curioso del caso es que el mercado parece reírse de nosotros. Imagina que haces un análisis técnico perfecto y que te decides a comprar acciones de un banco y, de repente, pasa algo como lo de Chipre y todos los bancos caen en picado por temor a un corralito en España o que no estén asegurados los depósitos. Por análisis técnico la operación era perfecta, pero ya se encargará el mercado de que suceda algo para ventilarse tus ahorros.
Imagina que compraste Repsoles cuando descubrieron el yacimiento de Vaca Muerta pensando que iban a subir como la espuma a largo plazo y de golpe van y nacionalizan YPF o algo tan sencillo como comprar una aseguradora tres días antes de un terremoto.
Parece que el mercado está esperando agazapado a que metamos el dinero en bolsa para darnos un hachazo.
Cada vez nos parecemos más a alquimistas intentando convertir el plomo en oro o buscamos la piedra filosofal bursátil. El problema es que, en bolsa, la piedra filosofal no existe.
Son tantos los ingredientes que tenemos que poner en una receta bursátil para que nos salga apetitosa (léase ganancias) que, por muy buenos cocineros que seamos, siempre pasa algo. Cuando no se nos quema, nos pasamos con la sal o la carne queda cruda.
Los patrones estacionales son uno de los ingredientes de la receta por decirlo de alguna manera. Son de esas cosas que debemos conocer para tenerlas en cuenta por si se cumplen ya que la mayoría de las veces se suelen cumplir. No deben alejarnos de la única realidad en los mercados financieros: lo que todos conocen ya no sirve para tener beneficios superiores. Pero es como la pescadilla que se muerde la cola, también es importante conocerlos para poder adecuar nuestras estrategias de forma óptima.
Nunca olvidaremos que los patrones estacionales son solamente uno de los ingredientes de la receta, por lo que debemos utilizarlos con cuidado. Nos pueden ayudar a la toma de decisiones, pero no debemos operar únicamente basándonos en ellos.
Pero, ¿qué son los patrones estacionales en bolsa? Hay múltiples evidencias de que, a veces, el comportamiento del mercado está vinculado a diferentes fechas e incluso a determinados días del año, y estos patrones se observan en los parqués de la mayoría de los países.
El escritor Mark Twain aseguró una vez que octubre era uno de los meses más peligrosos para especular en bolsa, y que los otros eran todos los demás. Y tenía toda la razón, pero también hay algunos patrones que se acaban cumpliendo la mayoría de los años.
Uno de los más conocidos es el llamado patrón “Vende en Mayo” (Sell in May). Este patrón sostiene que el precio de los títulos permanece más débil durante los meses de verano que en los meses invernales. Si lo piensas fríamente tiene una cierta lógica. En invierno los inversores están calentitos en sus casas y tienen más tiempo para especular, mientras que en verano, cuando no son las vacaciones, es el tiempo caluroso el que invita a salir a la calle a refrescarse y se tiene menos tiempo para invertir.
También es muy común el patrón que suele observarse en los últimos días de cada mes y los primeros del siguiente, que engloba el llamado “intercambio del primer día” (first day of the month trade), que consiste en comprar y vender un índice en la primera sesión del mes y no volver a mover las posiciones hasta la jornada inicial del mes siguiente.
Desde el punto de vista histórico, tenemos dos meses negativos en el Ibex 35: julio y octubre. Por el contrario, el mes de enero es históricamente el más rentable. Y suele suceder año tras año a no ser que algún acontecimiento muy grande como una gran crisis haga variar esas estadísticas.
Encontramos meses donde estadísticamente es más fácil hacer dinero como son enero, abril, noviembre y diciembre, ya que la tendencia de los beneficios suele ser de pendiente positiva. Por el contrario, existen meses más complicados, como pueden ser febrero, junio o julio con tendencias con pendiente negativa. Finalmente, vemos también que los meses de verano (agosto y septiembre) suelen ser bastante planos en lo que a beneficios medios se refiere.
Podemos concluir que una estrategia rentable sería comprar entre julio y septiembre para vender en enero. La mayoría de los años se cumplirá dicho patrón y, aunque algún que otro año nos saldrá rana, a la larga acaba compensando con creces dicha estrategia.
Otros patrones muy curiosos son que febrero, agosto y noviembre son los meses que presentan una mayor volatilidad. El peor día del Ibex 35 suele ser el miércoles mientras que en otros mercados es el lunes. En cambio, casi todos los mercados coinciden en el buen día: los viernes.
Los lunes acostumbran a ser los días más volátiles, cosa lógica, al recoger las noticias del fin de semana. Los viernes, en cambio, son los días más tranquilos junto con los martes. Los últimos días del mes como los primeros suelen ser los de mayor rentabilidad.
El conocido como “efecto enero” es aquél según el cual hay que fijarse en la primera semana (las 5 primeras sesiones bursátiles) del año para saber cómo se moverá la bolsa lo largo del año. Si la bolsa registra ganancias al final de esos primeros cinco días, se dice que el año será alcista. Éste es quizás su concepto más estricto, porque con el paso de los años se ha ampliado o se ha variado hasta extender el efecto a todo el mes de enero, de modo que lo que se toma como referencia es el 31 de enero.
“Vende en mayo y vete” quizás sea el patrón bursátil más conocido por los inversores. Los anglosajones lo resumen en el dicho “sell in May and go away, but remember to come back in September”, es decir, “Vende en mayo y vete, pero recuerda volver en septiembre”.
Esta pauta es muy conocida ya que, estadísticamente hablando, el mercado se mueve mas al alza o a la baja en unas épocas que en otras y así el mercado suele hacerlo mejor de noviembre a abril y peor de mayo a octubre, por eso lo de “vende en mayo y vete”.
La pauta suele cumplirse, y son muchos los operadores que usan dicha táctica de los seis meses apoyándola con el MACD y adelantando o retrasando la salida según la tendencia.
Otra pauta muy conocida o patrón es el de “Comprar en Acción de Gracias y vender en Navidad” que se valora especialmente en Estados Unidos. Dicha semana no es una semana cualquiera para las bolsas porque el Thanksgiving Day (Día de Acción de Gracias) es una de las festividades mas importantes en EE.UU. y también es festivo en Wall Street, y el día siguiente es el Black Friday o viernes negro denominado así, no porque sean un mal día, si no porque se dice que los comerciantes pasan de números rojos a negros, al comenzar la temporada de compras navideñas.
Esa semana concreta tan especial en USA ha dado lugar a una pauta psicológica que viene a mostrar que, en las sesiones anterior y posterior a dicha festividad, los mercados son alcistas. De hecho, en los últimos 45 años los índices cayeron tan sólo en 8 ocasiones el día anterior al de Acción de Gracias y solo en 11 sesiones el día posterior fue bajista. Pero además a partir del Black Friday, esto es la última semana de noviembre suele ser abrumadoramente alcista y de ahí viene el dicho: “Compra en Thanksgiving y vende en Navidad”.
Por lo que se refiere a nuestro IBEX 35, la semana de Acción de Gracias ha sido alcista desde 1990 en un 71% de las ocasiones, con una subida media del 1,13% nada menos. En el propio día de Acción de Gracias (estando Wall Street cerrado), sube en el 94% de las ocasiones con una subida media del 0,8%, mientras que el día después sube el 76% de las veces. Algo similar ocurre con el Eurostoxx.
Otro patrón importante es el rally de Santa Claus que a su vez está muy vinculado al efecto enero. A finales de año suele darse un curioso efecto conocido como “rally de navidad o de Santa Claus”, una de las pautas históricas más fuertes que se han documentado en bolsa.
El rally de Santa Claus, se produce durante los últimos 5 días de mercado del año y los dos primeros días del año nuevo, debido a la confluencia de una serie de factores como motivos fiscales y de maquillaje, ya que muchas instituciones y fondos quieren aparecer totalmente invertidos y con los valores estrella a fin de año, aportaciones a planes de pensiones para desgravar, la inversión de los bonus de navidad, la reinversión de los dividendos y el propio efecto que es muy conocido y que se retroalimenta. Otro factor importante que influye en este efecto, tiene su origen en la necesidad de batir el benchmark que tienen los gestores para conseguir sus bonus a fin de año.
Por ejemplo si el benchmark a batir esta referenciado al S&P500, cosa habitual en EEUU, un gestor que vaya batiendo al S&P500 en el año querrá mantenerlo hasta el 31 de diciembre, pues ganará un bonus importante y en consecuencia, estará mas motivado a no arriesgar y replicar en lo posible al índice para mantener ese diferencial, comprando valores del S&P y vendiendo valores que están fuera del índice, esto es los mas pequeños.
Por el contrario, si no ha conseguido batir al índice pero está cerquita de superarlo, también intentará reorientar su cartera para replicar al índice, aunque por motivos contrarios, ya que temerá asumir más riesgo en los valores pequeños, por el miedo a perder más diferencial y quedar muy por detrás del benchmark, lo que podría suponerle perder el empleo.
Pero con la llegada de enero, se haya conseguido o no, hay que plantearse nuevamente conseguir el benchmark desde cero para el nuevo año, con lo que el apetito por el riesgo aumenta y los operadores tienden a ser vendedores en enero de los valores grandes que han comprado en noviembre y diciembre, con el fin de dedicarlo a los pequeños mas especulativos.
Este proceso entronca con una pauta muy bien documentada consistente en el llamado “efecto enero” (del que ya hemos hablado) según el cual, si la Bolsa registra ganancias al finalizar la quinta sesión del año respecto del cierre del anterior, el ejercicio será alcista y viceversa.
Hay numerosos estudios por los que se comprueba que, efectivamente, el efecto enero es algo real. Las cinco veces en que no se ha cumplido, han sido años de acontecimientos extraordinarios, como la crisis del petróleo de 1973.
La posible explicación a este fenómeno es que, como el ejercicio natural comprende del 1 de enero al 31 de diciembre, los inversores institucionales reajustan sus carteras de inversión conforme con sus expectativas para el año sobre la economía, los beneficios empresariales y los tipos de interés. De hecho, las primeras sesiones del año suelen caracterizarse por elevados volúmenes de negocio y compras o ventas de grandes paquetes de acciones por este motivo.
Teniendo en cuenta que hablamos solamente de una pauta o patrón y que puede no cumplirse, la forma de aprovecharla es comprando tres sesiones antes de la ultima de diciembre y liquidar al cierre del primer día de enero. Esta táctica tiene históricamente un acierto del 74% con una media de beneficio del 0,7%.
Para finalizar este artículo, sólo nos queda preguntarnos ¿son fiables los patrones estacionales? La respuesta es que no siempre, pero estadística e históricamente sí que suelen ser fiables en un elevado porcentaje así que debieran ser tenidos en cuenta a la hora de planificar nuestras inversiones.
En Bolsa no hay normas fijas y son muchos los factores que influyen en un momento dado, por lo que no podemos esperar que las pautas o patrones se cumplan al 100%, pero los porcentajes están ahí y cualquier ayuda que nos sirva para tener mas claridad y aumentar nuestras posibilidades de ganancia en este difícil mundo de la inversión, es bienvenida y hay que tenerla en cuenta.
Al igual que un buen cocinero añade un chorrito de jerez o una pizca de pimienta para realzar el sabor de su receta, no está de más espolvorear nuestros guisos bursátiles con un puñadito de patrones estacionales pues a la larga los platos serán más apetitosos si sabemos utilizar el condimento con mesura y prudencia.