"Son las emociones y no la razón las que deciden en la mayoría de las situaciones vitales"

Por Tenemostetas
Tenemos Tetas entrevista a Ramón Soler, sobre las relaciones que existen entre nuestra propia infancia y la forma en que interactuamos con nuestros hijos.
Ramón Soler Romero es psicólogo, ejerce su profesión en la ciudad de Málaga Es experto en Terapia Regresiva Reconstructiva. También es especialista en autismo, en hipnosis clínica, en psicología infantil y en psicología perinatal. 
Junto a su compañera Elena Mayorga Toledano, escritora y especialista en terapia de guiones psicoeducativos para niños, escriben y dirigen la revista Mente Libre, dedicada principalmente a la importancia del periodo uterino y la primera infancia, y la necesidad de criar a los hijos con el respeto, el amor y el apego necesarios para un desarrollo físico y emocional equilibrado. Son padres de una niña.
Por Ileana Medina Hernández
IMH: En este blog hemos hablado muchas veces de cómo experimentamos una profunda “revolución emocional” cuando devenimos madres (y padres). Yo misma y muchos de mis lector@s hemos leído a Laura Gutman y su famoso “la maternidad y el encuentro con la sombra” e inmediatamente nos reconocimos. Hemos podido ser conscientes, al menos a nivel racional, de que la forma en que estamos o no disponibles para nuestros hijos tiene que ver con nuestra propia infancia. ¿Cómo podemos zanjar la brecha entre la comprensión intelectual de este hecho, y nuestra propia “sanación”?
RSR: Algunos piensan que es suficiente conocer el origen de su problema para liberarse de él y eso es una verdad a medias. Es el primer paso, pero si te quedas sólo ahí, no vas a solucionar nada. Mucha gente viene a consulta sabiendo que algunas cosas de su infancia le afectaron, pero siguen con el miedo, la ansiedad o el problema que sea.
Queramos o no, son las emociones y no la razón las que deciden en la mayoría de las situaciones vitales. Por esto, para una liberación total, no basta con comprender el motivo de nuestro problema, también necesitamos trabajar a nivel emocional.
IMH: Una vez que hemos comprendido que nuestra incapacidad para permanecer junto a los niños pequeños proviene de emociones ancladas en nuestro propio desamparo infantil, ¿cómo podemos crecer para no reproducirlo en nuestros hijos?
RSR: El mero hecho de llegar a esas conclusiones ya supone un gran avance. Muy poca gente tiene el valor suficiente para reconocer las carencias que sufrieron en su infancia y que deben cambiar para no influir negativamente en sus hijos.
Es necesario realizar un proceso de introspección para poder entender y asumir las carencias y/o los maltratos que sufrimos en la infancia. Todo lo que no quisimos ver de nuestros padres, todo lo que relegamos a la “sombra” siendo niños, debe salir a la luz. Debemos ver a nuestros padres tal y como son, no desde la imagen que nos dieron de niños. Tenemos que darnos cuenta de que los patrones que nos creamos en su momento, para defendernos o para sobrevivir en una situación difícil, ya no nos sirven y que las consecuencias actuales de esos patrones nos impiden ser nosotros mismos.
Cuando nos damos cuenta de todo esto y lo vamos interiorizando, es el momento de buscar nuevos patrones para una nueva vida más autónoma, más independiente. Ya no necesitamos a nuestros padres, ahora somos nosotros, adultos, los que podemos suplir todas las carencias que sufrimos de pequeños. Sólo entonces, dejaremos de sentir ese tremendo vacío, esa impotencia o esa rabia cuando nuestro hijo nos reclama.
IMH ¿Para eso casi siempre es necesario acudir a terapia, no?¿A qué tipo de terapia?
RSR: Las terapias más extendidas en España son las de orientación cognitivo-conductual. Éstas no se interesan por conocer la causa del problema y se centran exclusivamente en la conducta problemática, sin profundizar. Pueden ser efectivas a corto plazo, pero si lo que deseamos son cambios más permanentes, se quedan cortas.
Por otro lado, tenemos la rama psicoanalítica que intenta profundizar en el pasado, pero desde la razón, por lo que tampoco conecta ni trabaja con las emociones. El resultado es que podemos pasarnos años dando vueltas y vueltas, pero sin llegar al fondo del problema.
Para que una terapia sea realmente efectiva debe trabajar con las emociones. Debe conectar las emociones que nos desbordan del presente con las mismas emociones, pero en el pasado. Nada surge de la nada porque sí, todo tiene una explicación y cada reacción nuestra ha tenido un largo recorrido desde el pasado hasta el presente. Debemos retroceder por el camino de nuestras emociones para entender cómo surgieron. ¿Qué fue lo que pasó y cómo me hizo sentir? ¿Cómo reaccioné en aquel momento y qué patrones de pensamiento se quedaron grabados allí?. Cuanto más pueda entender de mi pasado, más capacidad tendré para cambiar mi presente. Como dicen: “la información es poder”. Las dos palabras clave son: emociones y pasado. Mi recomendación sería buscar una terapia que trabaje desde este punto de vista.
Nosotros, desde la TRR (Terapia Regresivo-Reconstructiva), trabajamos mediante relajaciones para dejar a un lado la parte analítica/racional y conectar mucho más con las emociones. La persona no está dormida del todo, es consciente de lo que está haciendo, pero deja mucho más espacio a la conexión con la intuición, las emociones y la memoria. Trabajar así, ayuda a conectar con el mismo estado emocional en el que se quedaron grabados los patrones que nos afectan el resto de nuestra vida. Es importante volver a lo que sucedió antes de los 6 ó 7 años, antes de que se empiece a desarrollar el pensamiento racional. Para poder entenderlo y transformarlo, debemos bajar a ese mismo nivel.
IMH ¿Qué tipo de vivencias experimentan los pacientes en las terapias regresivas?
RSR: En las sesiones, siempre buscamos conectar con la emoción. Cada uno de nosotros tenemos nuestra manera de vivir las relajaciones; unos verán imágenes, otros pueden escuchar sonidos, otros tendrán sensaciones de frío, de calor o un dolor en alguna parte del cuerpo. A partir de ahí, sentimos la emoción que produce lo que va apareciendo y conectamos con el pasado para poder ver qué situaciones de la infancia tienen que ver con el problema actual. Mucha gente se preocupa por si verán o no verán, cuando lo importante, en realidad, es dejarse llevar por la emoción y sentir lo que el niño/la niña vivía en aquel momento.
Normalmente se retrocede hasta situaciones que tuvieron un impacto emocional para el paciente y se reviven plenamente para ver lo que pasó y qué patrones se empezaron a formar allí. Suelen ser situaciones de violencia (física o psicológica) y, también son frecuentes los sentimientos de abandono, de no sentirse protegido. Son situaciones frente a las que el niño no puede hacer mucho. No tiene cuerpo para defenderse y, además, la mayoría de las agresiones provienen de los padres que son los que le tienen que cuidar y defender. Todo esto crea un conflicto que el niño llevará consigo el resto de su vida.
IMH ¿Puede de verdad alguien llegar a recordar o a vivenciar lo que le sucedió con 3 años o con 3 meses?
RSR: Con 3 años, 3 meses e, incluso, podemos conectar con emociones de nuestra propia vida uterina y sentir lo que sentía nuestra madre cuando estaba embarazada de nosotros. Los neurólogos aún están investigando cómo puede ser posible recordar esto si las estructuras cerebrales en las que, según ellos, se basa la memoria no están maduras todavía. Quizás tendríamos que hablar de otro tipo de memoria más emocional, más celular o más energética, no sé. El hecho es que, durante todo el siglo XX, miles de pacientes han revivido experiencias y emociones de sus propios embarazos. Muchos autores han relatado diversos experimentos para comprobar cómo se pueden recordar experiencias de los primeros años de vida. Podría citar a David Chamberlain o Alfred Tomatis, pero hay muchos más.
En consulta, lo que vamos buscando son situaciones que han supuesto un fuerte impacto para el paciente para trabajarlas y relacionarlas con su presente. No nos importa tanto el detalle de si la ropa era de tal manera o si el sofá era rojo o verde. De todas formas, cuando el paciente vuelve a casa tras una sesión de claustro materno o de los primeros años de vida, es habitual que pregunte a sus padres, si tiene la oportunidad, para satisfacer su curiosidad. Casi siempre coincide lo que la persona vive en la sesión con lo que sucedió de verdad.
Un caso especialmente curioso que demuestra la veracidad de lo vivido en las sesiones fue el de un chico joven que se veía muy pequeño, casi de recién nacido, solo en una cuna. Lo que trabajamos ese día fue la sensación de tremenda soledad y abandono que tenía cuando le dejaban en la cuna durante horas. Al terminar la sesión, me comentó que había un detalle que no encajaba, ya que él se veía en una cuna de varillas metálicas y en las fotos que él tenía de bebé, recordaba claramente una cuna de madera pintada de blanco. Le dije que los recuerdos que surgen no son siempre fiables al 100% y que lo importante eran las emociones que habíamos trabajado y cómo le afectaban en su vida presente. No le di mayor importancia y cuando vino la semana siguiente, me contó asombrado que, según su madre, cuando él nació, aún no tenían en casa la cuna que habían comprado, la blanca que salía en las fotos. Durante su primer mes de vida, una vecina les prestó una cuna que ya no necesitaba, que resultó ser la cuna de varillas que el paciente vio en su regresión.
Viendo a diario casos como éste, yo no tengo dudas de que se pueden recordar experiencias de esas edades tan tempranas. Espero que en este siglo XXI, la ciencia moderna vaya ampliando su campo de visión y llegue a entender los mecanismos de este tipo de memoria. De momento, mientras funcione con los pacientes, seguiremos utilizando la hipnosis regresiva para ayudar a solucionar los problemas de mucha gente.
IMH ¿Puedes ofrecer ejemplos o testimonios de pacientes que hayan sanado?
RSR: Cada persona es única y cada terapia es totalmente distinta. Sin embargo, todas las personas que vienen tienen en común una gran valentía. Muchos pacientes me dicen que no es valentía, que es necesidad, pero aún así, hace falta ser muy valiente para poner al pasado encima de la mesa y liberarse de todas las ataduras que nos fuimos creando. Yo los aprecio y los admiro a todos.
Quizás te puedan resultar interesantes varios casos que he tenido a lo largo de mi carrera. Aunque con algunas diferencias, se trata de casos de mujeres que venían a consulta porque habían sufrido varios abortos espontáneos sin ninguna causa médica.
Una de ellas, incluso, tuvo un cáncer estando embarazada, la tuvieron que operar y perdió al niño. Todas fueron conectando con su cuerpo, descubriendo qué era lo que pasaba en sus úteros. A veces, estaba relacionado con abusos sexuales, otras veces encontrábamos una madre maltratadora que no había cubierto las necesidades de la niña. La reacción inconsciente del cuerpo era cerrarse y bloquear todo embarazo para no repetir esas historias traumáticas con sus hijos. El mensaje era “si no tengo hijos, no seré una mala madre y ellos no sufrirán como yo”. Poco a poco fueron trabajando la relación con su madre, pudieron cambiar esos patrones tan destructivos. Esto repercutió en todos los ámbitos de sus vidas, pero lo más importante es que muchas de ellas se quedaron embarazadas y pudieron tener a su bebé sin problemas.
IMH Eso: Las mujeres, ¿qué especiales cuestiones tendríamos que sanar para afrontar mejor nuestra propia maternidad?
RSR: Es muy importante que una mujer que está pensando en tener un hijo conozca la importancia de prepararse a nivel emocional y pueda liberarse de los bloqueos emocionales que pueda tener (miedos, inseguridades, etc.). Si no lo ha hecho antes, el puerperio también es un excelente momento para profundizar y sanar emociones.
Ya sabemos que, durante el puerperio, la mujer está en un estado especial de conciencia que la conecta mucho con sus sentimientos, con la infancia y con los recuerdos.
Muchas mujeres no quieren sumergirse en este estado, se asustan de las cosas que afloran y tratan de volver cuanto antes a su vida anterior. Abandonan la lactancia, vuelven a su trabajo cuanto antes o le dejan el bebé a la abuela para que lo críe.
Cada mujer, sin importar su condición económica, social o cultural, tiene una oportunidad única en el puerperio para sanar las heridas de su alma. La primera beneficiada de todo este trabajo será ella misma, pero también se beneficiarán sus hijos, al no tener que cargar con la sombra de la madre.
En general, el trabajo es similar al del resto de las terapias, aunque sí que nos centramos un poco más en los conflictos que puedan surgir con respecto a la maternidad, el bebé recién llegado o la relación con la pareja, por ejemplo.
También es básico trabajar a fondo la relación con la propia madre. La maternidad, aunque parezca una obviedad, supone convertirse en madre de un nuevo ser; y es necesario dejar de ser “hija de” para pasar a ser “madre de”, por eso es tan importante liberar todas las ataduras enfermizas que existan con la madre. Otro tema que no se debe dejar de lado, es el de trabajar con los partos anteriores que haya tenido y con las posibles secuelas emocionales que le hayan dejado.
IMH: Muchas gracias, Ramón. ¡Seguimos en la red!