¿Son un negocio las homologaciones y la ITV?

Por José María José María Sanz @Iron8832016

El asunto de las homologaciones y de las ITV, ¿son un negocio o son un favor que nos hace la Administración del Estado por velar por nuestra seguridad? Lo digo porque mi amigo Fendetestas y yo nos hemos comprado en Aliexpres sendos faros para nuestras Sportster por unos treinta euros la unidad para sustituir los que Harley-Davidson pone de fábrica en estos modelos. Y el cambio, como se imaginará el lector, es como de la noche al día, si se me permite el tópico. Ahora podremos ver a la anochecida y los demás vehículos también nos podrán ver. Es decir, ganamos en seguridad todos.

Pero. Y ahora vienen los inconvenientes. El faro que hemos comprado viene homologado para Estados Unidos (DOT) y para España (E9). Pero me parece que tendré que cambiarlo para pasar la ITV cuando corresponda. Es decir, si voy con el faro de serie, que no ilumina nada -los usuarios de Harley-Davidson saben que cuando digo nada, es nada- no tendré problemas en la inspección, pero si voy con un faro que ilumina bien, entonces no me darán el pase. Incluso no sabría decir qué ocurriría si un día me detiene la Guardia Civil de Tráfico en la carretera por algún motivo y se fijan en que este faro no es el original.

Esto suscita en mí una reflexión que va más allá del faro, de los pedales, del casco y de la propia moto. El Estado pone unas normas. El Parlamento -y a veces el propio Gobierno- legisla para los ciudadanos. Y en su espíritu está que sean los fabricantes los que ajusten sus productos a la normativa que dicta el Ministerio de Industria, en este caso. Con esa legislación, normativa, desarrollo... en la mano, poco se puede hacer por acercar las posesiones a los gustos y necesidades de sus propietarios. Hay que pasar un conjunto de trámites y operaciones que alguien cobra y que, en todo caso, paga el usuario.

El Gobierno es quien ha de velar por la ejecución correcta de las leyes y si ve desorden llama a los jueces para que pongan orden. Pero cuando en un Estado se legisla, lo que no puede ser es que esa ley se aparte del ciudadano. No puede tener más fuerza la normativa del Ministerio que dice que tengo que ir con un faro de mierda que mi seguridad personal. Si el Estado legisla así, el Estado se aparta de mí, se aparta de todos, hasta que se produce la desafección.

La ley tiene que hacer caso a la moral (mos, moris, de la tercera declinación imparisílaba), a la costumbre. La costumbre protege al ciudadano y a ella se agarra. El Gobierno, que gestiona y ordena gran parte de la vida pública de las personas, debería cuidar de que yo vaya más seguro con mi Cabezota y no poner tanto empeño en asegurar que hay alguien que tiene una concesión de la ITV, que va a vigilar que yo tenga puesto el faro que viene de serie en la Iron 883. Si el Ministerio quisiese velar por mí, indudablemente le diría a Harley-Davidson: esos faros que Uds. ponen no son seguros, así que pongan otros. En fin, el lector puede echar a volar su imaginación y figurarse que el Ministro de turno se vaya atrever a decirle al presidente de Apple, de Microsoft, de BWM, de Siemens, de BP... lo que tienen que hacer. Qué país!