El psicólogo Dan Ariely se ha hecho famoso por su estudio de la irracionalidad y por cómo nos afecta. Ese estudio le ha llevado a interesarse por el deseo y por la mentira. Hace ya un par de años que se publicó en España su libro Por qué mentimos (una traducción bastante libre del original The (honest) truth about dishonesty), que sólo ha caido en mis manos hace poco.
Después de dos años, ¿qué comentario inteligente al respecto puedo hacer que no se haya hecho ya? Pues de las implicaciones que Ariely encuentra en sus estudios para nuestras vidas, me quedo con una que desgraciadamente está muy de moda.
Desde hace ya unos años, atravesamos una crisis económica especialmente cruel en los países del sur de Europa. A la magnitud puramente económica se le ha venido a sumar una crisis de fe en la política, alimentada por casos de corrupción, más o menos graves, en esferas muy diferentes. Algunos analistas sugieren que una manera de combatir la corrupción (no sólo política, sino también empresarial) sería el establecimiento de políticas de transparencia, según las cuales los representantes públicos estarían obligados a dar explicaciones y a rendir cuentas de sus actuaciones al público en general. Ariely pone en duda la efectividad de tales políticas de transparencia.
Según él, las políticas de transparencia se basan en un modelo de la deshonestidad según el cual mentimos en base a un cálculo racional a partir de tres factores: 1) el posible beneficio; 2) la posibilidad de que nos descubran; 3) el posible castigo. No obstante, a lo largo de su obra Ariely muestra que las personas solemos mentir no en base a un cálculo racional, sino gracias a nuestra capacidad de racionalizar: queremos aprovecharnos de la deshonestidad, pero al mismo tiempo queremos considerarnos personas honestas. Y esa capacidad de seguier viéndonos con buenos ojos, aunque hayamos mentido, está afectada por factores como el cansancio, los conflictos de interés, el entorno y cómo nos relacionamos con él, el recordatorio de códigos de conducta,… En fin, una multitud de factores que poco tienen que ver con el cálculo racional.
Un par de vídeos para que juzguéis los argumentos de Ariely: en primer lugar, un resumen de su libro gracias a la iniciativa RSA Animate; en segundo lugar, una charla impartida por Ariely sobre cómo el conocimiento de los factores que contribuyen a la deshonestidad podría afectar la manera en que se gobierna (en este enlace tenéis un buen resumen de la charla).
Imagen via Maine Freedon Forum