POR GUARDIANES DE LA MEMORIA.
A nosotros no nos miren. El texto que le presentamos se escribió hace la friolera de 94 años y podríamos decir que es un “palanganeo* en toda regla.
Les situamos en su contexto. Estamos en diciembre de 1919 y ya se habían disputado cuatro Campeonatos de Andalucía que otorgaban al campeón el honor de representar a nuestra por entonces llamada región en la disputa del Campeonato de España. De esos cuatro campeonatos dos habían sido ganados por el Sevilla FC (1917 y 1919), uno por el Español de Cádiz (1916) y otro por el Recreativo de Huelva (1918).
Ya se vislumbraba que la Copa del campeonato andaluz se convertiría en intocable pues siguió siendo ganada por el Sevilla FC el resto de los años disputadas excepto en 1928 que fue conquistada por el Real Betis Balompié. El Sevilla FC se proclamó campeón en diecisiete de las veinte ediciones disputadas siendo conocido más allá de Despeñaperros como el ETERNO CAMPEÓN DE ANDALUCÍA.
*Palanganeo” escrito realizado para ser publicado en la Palangana Mecánica, con la ironía y el sarcasmo que a veces ello conlleva, pero siempre intentando ser fieles a la historia y la realidad de los hechos pasados.
EL CIGARRILLO DE OPIO
(FANTASÍA)
Cuando terminé de fumarlo quedé embriagado como si hubiese aspirado en vez del humo de un minúsculo cigarrillo, todo el de una cachimba mahometana. Quédeme dormido y soñé. Soñé que de la última chupada salió de mi boca un humillo perfumado que, poco a poco, fue transformándose en una fantástica nube de aromático incienso. Una ráfaga de céfiro irritado arrastró la blanca nube hacia otro lugar. Desapareció. Corrí de un lado a otro y nada, no la encontré. Ya rendido, sin esperanzas de volverle a ver, entre con objeto de descansar en un “stand”. Era un campo de “Foot-Ball” cercado de verdosa valla. Miles de personas llenaban todas las localidades. Se jugaba el primer partido de Campeonato. Los rivales, unos vestían jerseys blancos, otros verdes. El ‘match’ había empezado. Uno de los boleones remontó el balón en forma de globito. Yo le mire y ¡ay! Cual sería mi espanto al ver de nuevo la fantástica nubecilla, pero más cerca, tanto que por los blancos velos que la envolvía se transparentaba una hermosa copa en forma de ánfora con la siguiente inscripción: “Federación Regional Sur”. También se apercibía una bandera color roji blanca con un escudo formado por tres letras entrelazadas: “S. F. C.” La preciosa copa se hallaba afianzada por su base, esto era una fuerte cementación en forma de pedestal y en el centro un letrero que decía: “No hay quien toque”. También vi que en la base del pedestal, en una alfombra formada con hojas de laurel, dormitaban once “angelitos” vestidos de blanco…
El partido había terminado. La nube quiso esparcirse, pero no pudo. Le miré lleno de pena. Once muchachos henchidos de entusiasmo y bravura que cubrían sus hercúleos cuerpos con camisetas del mismo color de la valla, se internaron en la nube y aprovechando la ocasión de encontrar a los “angelitos” dormidos en sus laureles, pretendieron apoderarse de la copa. Por milagro, no pudieron llevársela, pero quedaron en volver otro día en unión de otro club andaluz, que por más señal defiende unos colores azul y blanco.
A consecuencia de la refriega la copa quedó en tenguerengue, la bandera rodaba por los suelos avergonzada; además, debajo del letrerito de “No hay quien toque”, pusieron otro que decía: ¡Miau!
Cuando los “angelitos” despertaron del letargo en que se hallaban sumidos ya no había remedio…
Nuevamente la alba nube temblorosa se elevo rápidamente hasta perderse en lo infinito.
Después, cuando ya no se apercibía nada en el espacio limpio y perfumado, huí avergonzado hacia la ciudad.
Y note que, lejos, entre la penumbra de la tarde que agonizaba, un grupo de ninfas entonaban un himno en honor del Recreativo de Huelva que se llevaba la copa triunfadora.
Desperté y vi que todo era pura fantasía; pero quien sabe si el sueño se convertirá en realidad.
Colorín.
Inopinadamente, casi cien años después, sigue estando vigente, para pesadilla de eternos soñadores, y orgullo cierto del Club campeón.
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