Sonia

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Estos días se habla, cuando el coronavirus quiere, de la "Ley para la igualdad plena y efectiva de las personas trans". Y cuando se habla de una ley es que hay polémica. Y como siempre, antes de tiempo. Yo pensaba que andaba un poco fuera del tema (que lo estoy) y la verdad es que aún no se conoce ni una línea de lo que por ahora es solo un proyecto. Da igual, ya está armada. Y gracias al lío me he enterado de que existe algo llamado TERF ( Trans-Exclusionary Radical Feminist) o Feminista Radical Trans-Excluyente. Que entre las feministas hay peleas por definir quién es mujer y quién no y si una mujer trans no es otra cosa que otro hombre opresor adueñándose de otro ámbito femenino. Que desde la ultraderecha (la ) y la derecha que dice no ser ultra (otra chorprecha) ya andan con las manos en la cabeza y el ánimo ofendido porque cualquier permiso para hacer cosas, ser cosas, sentir cosas, no es más que una obligación a punta de pistola de subvertir el orden divino.

No le estaba prestando especial atención al asunto porque cuando me pueden el cansancio y la saturación informativa, acudo a mi rincón seguro de hombre blanco heterosexual del primer mundo y cierro pestaña en el navegador. Me desentiendo mientras pienso que no puede ser para tanto. Que a cuenta de qué.

Hasta hoy. Hoy he recibido un correo en el que se me comunica que ha fallecido la Dra. Sonia García Hernández, profesora del departamento de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de La Laguna. Mi profesora de Contaminación Ambiental. Profesora que solo un curso antes había sido profesor. Profesor del que pregunté nombre, sé que lo hice, pero ya he olvidado. El de Sonia sí lo recuerdo. Busqué fotos del profesor que fue, sé que lo hice, fotos que no encontré. Me sorprendí, por supuesto. Pero hoy sé, lo he revivido, que si un grupo de indocumentados de pueblo de una isla en medio del Atlántico supo detectar en una profesora la necesidad de sentirse una más, querida y comprendida por sus alumnos (cariño y comprensión que parecía no encontrar en aquel momento en otros ámbitos de su vida), si nosotros supimos aceptarla con nuestra edad mental y física de niñatos de los 90, es que no ha de ser tan complicado. Hoy no he podido cerrar la pestaña del navegador, ni siquiera permanecer impasible al ataque a una ley que se llama "para la igualdad plena y efectiva de las personas trans". ¿Cuál es la alternativa? ¿Ser un puto monstruo?

Descansa en paz, Sonia.