Sonico, al Rescate de Eduardo Rovira

Publicado el 17 marzo 2021 por Moebius

"Eduardo Rovira fue más revolucionario que yo", dijo Ástor Piazzolla. Estamos a más de cuarenta años de la muerte del bandoneonista y compositor Eduardo Rovira, autor que venimos reivindicando en el blog cabezón por ser uno de los mayores exponentes de la vanguardia en el tango que quedó casi en el olvido. Su obra, con más de 200 tangos y unas 100 composiciones de música de cámara reflejan una de las más interesantes búsquedas por parte de un legítimo espíritu renovador e inconformista. Poco tocada y menos aún difundida, la música de Rovira encontró en el quinteto Sónico, conjunto multinacional radicado en Bélgica y liderado por el contrabajista Ariel Eberstein, formado en la música clásica y un genuino cultor de su obra.

 

Lejos de querer contraponer la trayectoria del popular Astor Piazzolla a la del menos conocido Eduardo Rovira, el músico argentino Ariel Eberstein ideó en Bruselas un proyecto musical ambicioso que propone poner en relieve la ecléctica producción artística de Rovira para fortalecer el invalorable legado cultural argentino que dejó el tango. Ariel es músico de formación clásica que fortaleció su vínculo con el tango cuando se convirtió en inmigrante. El contrabajista asegura que la intención es mostrar que existió otra vanguardia que lideró Eduardo Rovira. Y en ese sentido agrega: "No planteamos este proyecto en un marco de confrontación. A los argentinos nos falta conocer una parte de nuestra historia y esto nos suma".

El quinteto Sonico, formado por el violinista norteamericano Stephen Myer, el argentino Camilo Córdoba en guitarra, el pianista belga Ivo De Greef reemplazado por la neerlandesa Anke Steenbeke, el bandoneonista francés Lysandre Donoso y Eberstein en contrabajo, nació hace seis o siete años y en 2018 editaron su primer álbum "Eduardo Rovira: La otra vanguardia", que presentaron en la Argentina.
El grupo, que tiene base en Bélgica, prefirió explorar un universo poco visitado en vez de sumarse a las propuestas que hacen la música de Astor.

La música de Rovira, salvo algunos pocos casos, no fue tocada hasta la aparición del grupo Sonico. El hecho de que este repertorio no se conoce -ni siquiera en su forma original- nos motivó a decidir interpretar su música lo más cercana a las versiones originales, es decir, utilizaron los arreglos de Rovira, aunque en la música de Rovira su timming es muy personal y casi inimitable. Rovira hizo música para escuchar. Él decía que escribía pensando de la cintura para arriba. la de Rovira es casi música clásica, música de cámara con el aroma del tango, en sus piezas está esa complejidad rítmica, pero antes o después el pulso empieza a marcarse y ahí es cuando se siente el tango.

"Me crucé con la música de Rovira por casualidad. Primero vinieron las ganas de tocarla, luego, mientras más profundicé pude tomar dimensión de su obra y del desconocimiento de la misma. La profundización en la obra de Rovira me generó un sentimiento de injusticia que me interesó, de alguna manera, remediar. (...) Por más que haya muchas conexiones entre los dos compositores, la música de Rovira es más compleja que la de Piazzolla"

Ariel Eberstein

Sónico lanzó, en coincidencia con el aniversario de la muerte del compositor, su segundo disco "Inédito e Inconcluso", con material que Rovira grabó en 1975 y sólo circuló de manera pirata, ya que nunca fue editado. 
"Nuestro segundo álbum es el resultado de investigar, transcribir y reinterpretar una serie de manuscritos y grabaciones que hemos recopilado en estos años. La mayoría del material pertenece a grabaciones que Rovira realizó en noviembre de 1975, paralelamente a la grabación de su último LP, "Que lo paren". Este material circuló muchos años de manera clandestina, dejando detrás una obra tan revolucionaria como desconocida. En estas composiciones, Rovira homenajea a la ciudad y a la gente de La Plata donde vivió más de diez años hasta su muerte".
Ariel Eberstein
A este material, el grupo le agregó otras músicas del compositor como "Simple", con arreglo para trío del pianista Osvaldo Manzi, y una obra única llamada "Solistas", que le cedió a Eberstein el cellista de Rovira, Quique Lanno. 
"En el caso del arreglo Simple, reconstruimos una cinta magnética que nos cedió su productor, Oscar del Priore que había hecho con una precaria instalación, unos cables conectados del receptor radial a un viejo grabador de cinta abierta Wilcox. Esta es la única grabación existente, hecha a finales de los años 50, de uno de los tríos más revolucionarios en la historia del tango, con Rovira, Kicho Díaz y Osvaldo Manzi (luego contrabajista y pianista de Astor Piazzolla)"

Ariel Eberstein


La vanguardia tanguera tuvo dos caras: una fue Astor Piazzolla, la otra Eduardo Rovira. Y la de Rovira tuvo un perfil bajo, sin la gran exposición que adquirió la de su colega. Pero ambos caminaron por la senda de la renovación, probablemente provistos de distintas herramientas. En Rovira, su mirada estaba puesta en la exploración de nuestros territorios sonoros y en una expresión camarística. Recién en los sesenta se comenzaría a notar su exploración armónica, sonora y rítmica, labor que quedó, en parte, representada por los registros que realizó con su Agrupación de Tango Moderno; desde el sonido distorsionado del bandoneón hasta el dodecafonismo que trajo al tango.
En una entrevista para el diario La Prensa, en 1969, Rovira definió a Piazzolla como "el mejor músico de la Argentina" y admitió que eran muy distintos pero necesarios, de manera recíproca. "Yo quiero mejorar lo que él hace y él quizás quiera mejorar lo que hago yo. Ojalá que hubiera más Piazzollas, porque la competencia nos haría rendir mucho más a los dos". Piazzolla, por su lado, siempre lo consideró un maestro y hasta llegó a admitir que tocaba el bandoneón igual o mejor que él, un reconocimiento merecido por partida doble, porque Piazzolla no era concesivo en los elogios y mucho menos cuando se trataba de su oficio, y porque los críticos profesionales admiten que la digitalización de Rovira era perfecta, como era perfecto el sonido de su bandoneón.
Las distancias entre ambos compositores, según la investigadora Nélida Rouchetto, se observan claramente en que mientras Piazzolla hace una muy buena utilización del contratiempo, que en la música de Rovira no aparece, éste le da una mayor significación al contrapunto.
Cuando le preguntaban a Rovira sobre sus maestros, respondía sin vacilar: Bach, Beethoven y Béla Bartók. De Arnold Schonberg aprendió el dodecafonismo, y fue el primer músico del género en incorporar este sistema de composición. La música serial y los sonidos electrónicos fueron otras de sus trascendentes innovaciones. Uno de sus aciertos más reconocidos fue el empleo de la armonía, un recurso que le permite al compositor hacer un uso inteligente y sensible de las acordes consonantes y disonantes ejecutados simultáneamente.
Rovira utilizó como nadie la estructura de la música de cámara. Aplica una constante en sus tratamientos que eran complejos con superposiciones rítmicas tonales y atonales. Introdujo en el género la combinación estructurada de las seriadas dodecafónicas. Fue capaz de combinar melodías sin que ninguna pierda su independencia. Este recurso conocido como contrapunto, Rovira lo introdujo en el tango gracias a su conocimiento de quien fuera el máximo representante del contrapunto en todas sus modalidades: Juan Sebastian Bach. Habitualmente, se dice que la fuga fue uno de los recursos preferidos de Piazzolla, pero los historiadores más rigurosos insisten en que fue una invención de Rovira. Haber recurrido a estas innovaciones le otorga a Rovira un lugar excepcional en la historia del tango. Para un crítico clásico como Jorge D’Urbano, la fuga es “por excelencia la flor más refinada del estilo contrapuntístico”, un recurso del que músico de la talla de Bach y Verdi se sirvieron con su singular talento. En esa misma línea, el barroco, que tanto frecuentó Rovira, no sería tal sin esta bellísima variante de composición musical.
Rovira fue un gran intérprete y un ilustrado compositor. Tal vez el reconocimiento llegue tarde. O tal vez sus obras, como el tango mismo, saben esperar. Esto significa un reconocimiento que puede sonar tardío, anacrónico, pero que, en definitiva, un día llega para quedarse. Y Sonico pongra su granito de arena para ello, o mejor dicho, quizás sea un tremendo aporte que lo termine de consolidar con el reconocimiento que merece.