Sonidos de Barrio (O som ao redor), Brasil 2012

Publicado el 20 junio 2014 por Cineinvisible @cineinvisib

Si tuviese que escoger solamente a uno entre los nuevos directores brasileños, no dudaría un segundo. Kleber Mendonça Filho es el cineasta más inquietante, creativo, ingenioso y prometedor que conozca, de ese fascinante país. Su nombre seguirá sonando con fuerza en las selecciones de los festivales más importantes del mundo, y la fuerza visual de sus trabajos acabará por conquistar, aún más, galardones.Sonidos de barrio, su ópera prima, no podía ser más gratificante. Un primer film que no ignora las obsesiones de un cineasta que, desde hace ya 15 años, inicio uno de los análisis más lúcidos sobre la clase media brasileña, sus paranoias y encantos (por citar a Luis Buñuel) y su puesta en escena (por no olvidar la frase de Claude Chabrol, “la construcción es mucho más importante que la intriga” y con el que comparte también sus orígenes como crítico).En 1997 el director se lanza de lleno a su tema preferido con el cortometraje, Enjaulado, la inquietud de un joven encerrado en su propio apartamento que sufre, ante cualquier ruido, la presión de verse agredido. Obsesiones similares que continúan en la familia de Electrodoméstica (2005). Si el catálogo narrativo y visual de Kleber Mendonça Filho es inmenso y heterogéneo, existen ciertas referencias que se repiten en su filmografía de sus 5 cortos (fácil y legalmente visibles en internet), un documental apasionante, Crítico (2008) (sobre las tensiones, de nuevo, pero en esta ocasión, más intelectuales que psicológicas, entre cineastas y críticos), y su primer largometraje.En primer lugar, la presencia abrumadora de un espacio que reduce, encierra, aplasta y condiciona la vida de sus personajes. Arquitectura y urbanismo pensados para crear especulación y nuevos ricos, olvidando por completo a sus futuros habitantes, y una ciudad, en especial, como resumen de todo un país, Recife. Magistral el inicio de Sonidos de barrio, con un inspirado paseo de cámara que recoge casi las únicas formas redondas de la película, los hula hoop de las niñas y el final de una  inocencia, desaparecida en el resto de la película.  La angustia, inquietud y sospechas de unos personajes que no dejan de observar, espiarse, calibrar el grado de peligrosidad, el estatus social, la categoría profesional y, si es necesario, hasta el nivel de estudios. Un ambiente que Michael Haneke adoraría bajo la mirada de un narrador audiovisual llena de ironía y cinismo. Del cortometraje, Recife Frío (2009), falso documental de una televisión argentina sobre el cambio climático sufrido por esta ciudad dado el impacto de un meteorito, todavía recuerdo las risas por su humor caustico, inteligente y desvergonzado.Estéticamente planeados como giallos, con las influencias de los maestros de este género, Mario Bava, Dario Argento o, hasta, nuestro genio, Narciso Ibáñez Serrador, el efecto estilístico principal es una banda sonora magistral que se convierte en personaje principal de una ópera visual (en la vena de P3nd3jo5, de Raúl Perrone).Pocos cineastas ofrecen tanto hoy en día, en tres inquietantes partes (Perros guardines, Guardas de noche y Guardaespaldas), lavadoras con un potente y excitante secado, mascotas que no paran de ladrar, servicios especiales de seguridad… todo le sirve al talentoso Kleber Mendonça Filho para crear desazón en el espectador y conseguir así con su ópera prima, Sonidos de barrio (presentada al Oscar por su país, hasta su director ha perdido la cuenta de sus premios, entre ellos, Premio Especial del Jurado de Atlántida Film Fest de Filmin), una verdadera joya que ignoro por qué no se ha estrenado aún en nuestras carteleras de cine.