Un silbido se coló en mi subconsciente y me arrancó de los brazos de Morfeo. Sonaba fuerte, intenso e irritante, pero al mismo tiempo tenía algo de familiar. Tardé unos segundos en darme cuenta y una expresión de extrañeza se dibujó en mi cara. Lo reconocí, era un sonido de mi niñez, lo tenía olvidado en un rincón de mi mente y unas pocas notas de una flauta me lo devolvieron.-¡El afiladooooooor!- gritaba mientras esperaba que la gente, como antaño había hecho con su padre o su abuelo, le rodeara con los más diversos instrumentos de cocina o costura. Recuerdo otra voz, pero el mismo oficio, recuerdo la moto con el motor arrancado y la piedra de afilar, recuerdo haberme acercado alguna vez con unas viejas tijeras… ¡Qué extraño! ¿Cuánto tiempo hacía de eso?
Un silbido se coló en mi subconsciente y me arrancó de los brazos de Morfeo. Sonaba fuerte, intenso e irritante, pero al mismo tiempo tenía algo de familiar. Tardé unos segundos en darme cuenta y una expresión de extrañeza se dibujó en mi cara. Lo reconocí, era un sonido de mi niñez, lo tenía olvidado en un rincón de mi mente y unas pocas notas de una flauta me lo devolvieron.-¡El afiladooooooor!- gritaba mientras esperaba que la gente, como antaño había hecho con su padre o su abuelo, le rodeara con los más diversos instrumentos de cocina o costura. Recuerdo otra voz, pero el mismo oficio, recuerdo la moto con el motor arrancado y la piedra de afilar, recuerdo haberme acercado alguna vez con unas viejas tijeras… ¡Qué extraño! ¿Cuánto tiempo hacía de eso?
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