2 septiembre 2013 por alhobo
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Intentémoslo, yo lo hago a diario. Trato de sonreír todos los días y cuando lo digo en voz alta, provoco que los demás en un acto reflejo lo hagan. Lo confieso, me encanta. La risa es contagiosa, no descubro nada nuevo, pero la tristeza también; y no podemos permitir que la amargura y el desánimo nos ganen la batalla. No, me niego.
Les animo entonces a hacer una prueba, sencilla y gratuita, no les costará nada. Yo la he hecho. Cada cierto tiempo lo hago, incluso, ya lo repito sin ni siquiera darme cuenta. Un día de éstos, mañana, quizá, pasado, hoy; no importa, cualquier día a cualquier hora, cuando vayan paseando por la calle sonrían a los desconocidos. Podrán descubrir entonces el placer que implica recibir una respuesta, también, ¿cómo no?, en forma de sonrisa. Sí, es fascinante, pero lo mejor de todo es cuando te tropiezas con alguien que viene de frente haciendo exactamente lo mismo y en esa microcentésima de segundo nos sonreímos los dos a la vez y seguimos nuestro camino sin hablarnos pero habiéndonoslo dicho todo. Es maravilloso, sincronía pura de sonrisas. Entonces, esa mueca, ese gesto que arruga la mirada y te suaviza el alma, te durará todo el día.
Ahora, te pregunto ¿has sonreído al leer esto? Ves, ¡FUNCIONA!