La ciudad de Culver City, en el condado de Los Angeles, es básicamente conocida por haber albergado, desde 1924, una de las mayores y más fantásticas factorías de cine: los míticos estudios de la Metro Goldwyn Mayer. En su extenso backlot, floreció la producción de un sello emblemático cuya constante producción, supervisada por Louis B. Mayer, generó clásicos en todos los géneros aunque destacó particularmente en el musical. A la factoria del león le debemos títulos como Melodías de Broadway, El Mago de Oz, Levando Anclas, Un día en Nueva York, Un Americano en París, Cantando bajo la Lluvia, Bodas Reales, Brigadoon, West Side Story, Chitty Chitty Bang Bang, entre muchas otras. También fue el estudio que produjo varias de las suntuosas películas acuáticas que protagonizó Esther Williams. En el stage 30, se sigue manteniendo el gran tanque de agua que ha continuado acogiendo el rodaje de escenas que han requerido esta ambientación. En la época de máximo esplendor del estudio, entre 1935 y 1965, se solía decir que en la MGM había más estrellas que en el firmamento. Y no les faltaba razón porque llegaron a tener bajo contrato a los siguientes intérpretes: Clark Gable, James Stewart, Fred Astaire, Ginger Rogers, Gene Kelly, Elizabeth Taylor, Lucille Ball, Greta Garbo, Buster Keaton, Stan Laurel & Oliver Hardy, Esther Williams, Bette Davis, Lana Turner, Peter Lawford, Greer Garson, Joan Crawford, Lionel Barrymore, Hedy Lamarr, Robert Taylor, Paul Newman, Spencer Tracy, Katharine Hepburn, y muchísimos más que configurarían una lista interminable.
En 1939, el estudio impactó a la industria de Hollywood al presentar dos films de magna repercusión: El Mago de Oz y Lo que el Viento se Llevó. Ambas películas aportaron 10 premios Oscar y marcaron la eclosión definitiva del estudio. En 1959, con el estreno de Ben-Hur, la major siguió demostrando que mantenía su potencia intacta y que era capaz de llegar al público en toda clase de géneros. Sus once Oscar establecieron un récord que tardó en igualarse. Fue la demostración que aún habiendo perdido al gran magnate y fundador, Louis B. Mayer (fallecido en 1957), la Metro seguia manteniendo un vigor absoluto. Pero en los años 70 la fuerza del estudio empezó a decaer. Malas decisiones empresariales, por parte de las sucesivas juntas de dirección, condujeron al estudio a un progresivo estado de parálisis, perdiendo la lucha con las otras corporaciones en un escenario de mayor competencia. La fusión con United Artists, en 1981, tampoco pudo parar la fallida. Finalmente, en 1986, los estudios de Culver City tuvieron que ser vendidos y la compañía entró en un proceso de recolocación y disminución en la escala de producción. El león ha seguido rugiendo pero, tras él, jamás ha vuelto a existir la fuerza de antaño.
Entre 1986 y 1990, los estudios fueron la sede de la productora televisiva Lorimar hasta que Sony Entertainment adquirió la propiedad para convertirla en su sede de producción. Sony Pictures, que incluye en su conglomerado a Columbia y a TriStar Pictures, ha ampliado aún más la extensión de terreno para el estudio. Durante más de veinte años, ha aprovechado el sello histórico de Columbia Pictures para seguir manteniéndose entre las seis grandes majors hollywoodienses.