EL 80% de los niños presentarán algún soplo cardíaco en algún momento de su desarrollo, sobre todo entre los 2 y 6 años de edad. El hecho de que encontremos un soplo NO quiere decir que exista una cardiopatía congénita. En cualquier caso, cuanto más precoz sea la detección del soplo, es decir, cuanto más pequeño sea el niño, más posibilidades de que sí exista.
Debemos tener en cuenta que si un niño con soplo tiene antecedentes familiares de cardiopatía congénita, es más probable que él también la tenga. De igual modo que si existe un hermano afectado. Además, existen enfermedades que se encuentran relacionadas con cardiopatías, como el síndrome de Down, Marfan, Williams, y enfermedades metabólicas como la glucogenosis o la mucopolisacaridosis.
Son soplos inocentes aquellos que se producen durante la sístole del ciclo cardíaco, y que no tienen irradiación. Son leves, y variables con el tiempo y con los cambios de postura, de modo que pueden aumentar en situaciones de anemia, con la fiebre o después del ejercicio. Además no existen otros síntomas ni otros hallazgos en la exploración física del niño.
Los síntomas que nos deben alarmar ante un niño con soplo son alteraciones en la curva de desarrollo ponderoestatural, episodios de cianosis, palidez, sudoración, fatiga con las tomas, cambios en la actividad física de rutina o la presencia de infecciones respiratorias de repetición. Si son niños más mayores podremos valorar si existe dificultad respiratoria, dolor abdominal tras las comidas o tras el ejercicio, palpitaciones o dolor en el pecho.
Cuando nos encontramos con un soplo que no cumple las características de inocente, es cuando debemos valorar remitir al especialista. En cualquier caso, en menores de 2 años y sobre todo en menores de 12 meses, es aconsejable derivar al cardiólogo pediátrico igualmente. La prueba princeps para descartar anomalías del corazón es el ecocardiograma, que puede complementarse con la realización de un electrocardiograma o una radiografía de tórax si fuera preciso.
Lo más probable es que el estudio del corazón sea normal. En ese caso no hace falta seguimiento por parte del cardiólogo a no ser que haya cambios en las características del soplo o si aparecen síntomas de alarma.