MI MEJOR MOMENTO O FOTO DEL VIAJE:
Descubriendo Calatañazor
Llegó el frío y las primeras nevadas y con ello nos apetecía hacer una escapada a algún lugar con encanto. En un primer momento pensamos en destinos de nieve (¡este año me está apeteciendo mucho!) y empezamos a buscar hotel en zonas de ski para asegurar el tiro. Pero las que teníamos más cerca, por la sierra de Madrid, ya las conocíamos (escapada a Navacerrada) y las que nos gustaban por el Pirineo Aragonés nos quedaban demasiado lejos ya que no nos apetecía pasarnos el fin de semana en la carretera. Empecé a mirar los mapas meteorológicos buscando zonas más o menos cercanas a Madrid con previsión de nieve, aunque fuera sólo un poquito, y vimos que por la zona de Segovia y Soria daba una predicción del 80% de nieve para el sábado y domingo así que una vez estudiada la zona busqué hoteles y reservé en un hotel que me pareció perfecto en Maderuelo, un pequeño pueblo de la provincia de Segovia. Acerté por completo en cuanto al hotel, aunque no en la predicción de nieve ya que no cayó ni un sólo copo. Pero disfrutamos mucho de la escapada. Durante el fin de semana visitamos: Calatañazor, el Burgo de Osma y San Esteban de Gormaz en la provincia de Soria; y Ayllón y Maderuelo en la provincia de Segovia. Teníamos la intención de visitar también Madriguera pero al final no fue posible, os lo cuento cuando llegue el momento.
Alojamiento: Hotel Boutique & Spa Capítulo Trece. Se encuentra situado en el pueblo medieval de Maderuelo y se trata de un pequeño pero acogedor hotel de 5 habitaciones muy espaciosas, decorado con mucho gusto. Nuestra habitación tenía una ventana en el techo desde la cual pudimos contemplar las estrellas desde la cama. Dispone de spa, que te reservan para disfrutarlo de forma privada con tu pareja durante una hora. Además, los propietarios son una pareja muy amable que te hacen sentir como en casa. El trato es totalmente personalizado y nos prepararon un desayuno perfecto, todo casero y muy natural.
Día 1 (23 noviembre 2013): Calatañazor, Burgo de Osma, San Esteban de Gormaz, Maderuelo.
Entramos en el coche y conducimos hasta Calatañazor en la provincia de Soria, situado a 206 km de Madrid que se recorren en un poco menos de 3h.
Calatañazor
Aparcamos en una zona habilitada justo a la entrada de este pueblo de 70 habitantes. Al bajar del coche el frío y el viento nos dan la bienvenida así que empezamos a caminar a un buen paso hasta llegar a la primera calle de Calatañazor, una calle empedrada y formada por casas de piedra muy bien conservadas. La imagen de esta calle se repite por toda población y empezamos a ver fachadas y construcciones a base de piedra y madera que nos encantan.
Al pasear encontramos pequeñas tiendas artesanales, casas rurales o restaurantes con muy buena pinta. Esta calle forma el eje principal del pueblo que nos lleva primero hasta la Plaza Mayor y luego hasta los restos del castillo.
En la plaza se encuentra el ayuntamiento y el servicio médico del pueblo. A pocos pasos el castillo, o lo que queda de él.
Plaza Mayor
Desde el castillo se obtienen buenas vistas de los campos de los alrededores.
Castillo
La verdad es que en el castillo no nos entretuvimos mucho ya que nos estábamos helando, íbamos abrigados pero se ve que no lo suficiente ya que nos empezaban a doler los oídos y casi no nos sentíamos las manos! Así que empezamos el camino de vuelta al coche, aunque no pudimos evitar detenernos varias veces para observar y fotografiar detalles, que nos enamoraron de este pueblecito medieval.
El Burgo de Osma
A 30km de Calatañazor se encuentra el Burgo de Osma, otro pueblo con encanto, aunque muy diferente al anterior, empezando por su tamaño, ya que cuenta con más de 5.000 habitantes.
Así que entramos en el coche y en aproximadamente media hora llegamos a nuestro siguiente destino. Aparcamos en la zona del paseo paralelo a la carretera de la Rasa para poder obtener una de las imágenes más bonitas del pueblo y la muralla que se consigue desde el Puente Viejo.
Muralla de el Burgo de Osma
Puente Viejo
A continuación entramos al pueblo por la Puerta de San Miguel y empezamos a disfrutar de calles empedradas muy bien conservadas y bonitos soportales que le dan mucho encanto al casco antiguo de esta localidad.
Puerta de San Miguel
Soportales en el casco antiguo
Enseguida encontramos la calle Mayor por la que da gusto pasear. Es el eje del pueblo y está completamente soportalada. Las casas que forman esta calle principal tienen la arquitectura típica de la zona combinando piedra y madera. Además está llena de pequeñas tiendas tradicionales en las que parece haberse detenido el tiempo. En ellas podremos comprar artesanía, recuerdos o muestras de la gastronomía castellana. Debo decir que el sábado por la tarde estaban cerradas, cosa que nos sorprendió.
La calle Mayor nos conduce a la Plaza Mayor, el centro del pueblo también con soportales, con el ayuntamiento y el Hospital de San Agustín.
Plaza Mayor
Plaza Mayor
Estuvimos dando una vuelta y con el frío que hacía nos hubiese gustado entrar en alguna cafetería de la zona a tomarnos algo caliente pero apenas vimos ninguna abierta, cosa que nos sorprendió de nuevo. Así que estuvimos paseando un rato más por las calles del Burgo de Osma y a continuación desandamos el camino andado para volver a salir por la puerta de San Miguel que nos había dado la bienvenida un ratito antes.
San Esteban de Gormaz
Nuestra siguiente parada se encuentra a tan sólo 13 km de el Burgo de Osma. A San Esteban de Gormaz no supimos encontrarle el encanto que estamos seguros que tiene, aunque debo decir que la entrada del pueblo con el castillo en el cerro es preciosa. La verdad es que no habíamos leído mucho sobre qué ver en este pueblo y pensábamos que sería parecido a los anteriores y que encontraríamos calles peatonales o empedradas, casi sin buscarlas, pero en nuestro caso no fue así. Es cierto que vimos calles empedradas pero la arquitectura de las casas nos pareció distinta a los pueblos anteriores. También os digo que nos dedicamos a conducir por el pueblo buscando un rincón que nos hiciera parar para seguir disfrutando de la localidad a pie pero a penas nos bajamos del coche. Seguramente no le dedicamos el tiempo que merecía o no pasamos por los lugares adecuados.
Buscamos el castillo así que empezamos a subir por unas calles y caminos estrechos pero llegamos a un punto con una bifurcación en la que la calle a la derecha quedaba cortada y a la izquierda empezaba una cuesta empinada de tierra. Nos detuvimos observamos las vistas desde ese punto, con las iglesias de San Miguel y Virgen del Rivero y un precioso atardecer y nos conformamos con ésto. Decidimos volver a bajar y seguir nuestra ruta hasta el pueblo de nuestro alojamiento.
MaderueloDeberíamos haber llegado a Maderuelo en unos 40 minutos desde San Esteban de Gormaz pero nuestro GPS, no sabemos por qué, se lió por caminos de tierra y nos estaba dando vueltas en círculo así que al cabo de un rato optamos por utilizar el navegador del móvil que nos hizo retroceder y tomar la dirección correcta para acabar llegando al pueblo. Otro problema fue encontrar el hotel ya que dentro del pueblo no vimos carteles indicativos, y el pueblo es tan pequeño que el navegador no marcaba sus calles, así que después de dar un par de vueltas con el coche decidimos recurrir a lo que nunca falla: preguntar a la única pareja que había en esos momentos por la calle y es que ya era de noche y hacía un frío que pelaba así que era normal que no hubiese nadie por la calle.
Resulta que habíamos pasado por delante pero queda un poco escondido, así que no lo habíamos visto. Finalmente entramos al hotel y nos encantó desde el primer momento: moderno, nuevo, limpio y muy acogedor. La propietaria nos enseñó las instalaciones y nos recordó que a las 19h, es decir, en un cuarto de hora, teníamos reservado el spa durante una hora para nosotros solos. Nos pidió que bajáramos con los bañadores y albornoces a la zona de spa sobre las siete y así lo hicimos. Nos enseñaron las instalaciones y el funcionamiento de cada actividad y nos pidieron que a las 19.45h nos dirigiéramos a la sala de relax donde aparecerían de nuevo para ofrecernos un zumo de frutas natural mientras estuviéramos descansando en unas cómodas tumbonas.
¡La hora nos pasó volando! Nos relajamos de verdad y nos tomamos el zumo de kiwi muy a gusto en la sala de relajación. A las 20h subimos de nuevo a la habitación para ducharnos y prepararnos para la cena. La cena consistía en un menú cerrado dónde no se podían escoger los platos. De primero nos trajeron una ensalada y unas croquetas caseras riquísimas, para compartir; de segundo un carpaccio de buey para cada uno y de postre una bola de helado de dulce de leche. Nosotros no somos nada raros para comer pero en ningún momento nos preguntaron, a priori, si nos gustaban los platos que nos iban a traer y por lo tanto pienso que debería haber un par de alternativas en el plato principal por si a alguien no le gusta lo que han preparado, aunque estoy segura que en ese caso estarían dispuestos a preparar un plato alternativo. Por otro lado, nosotros somos de buen comer y pienso que fue una cena ligerita y para nuestro gusto el plato principal podría haber sido algo más consistente, pero tampoco nos quedamos con hambre y la comida y el trato fueron geniales.
Ya en la habitación nos dedicamos a mirar las estrellas a través de la ventana del techo que veíamos tumbados en la cama y a descansar hasta el día siguiente!
Día 2 (24 noviembre 2013): Maderuelo, Ayllón y la decepción de no encontrar Madriguera...
Maderuelo
Nos levantamos y nos fuimos derechitos a desayunar. El día anterior nos preguntaron a qué hora bajaríamos a desayunar para tenernos el zumo recién hecho y la fruta recién cortada. ¡La primera vez que nos pasa! El desayuno fue espectacular. Nos sentamos en la mesa y nos fueron trayendo: unas tostadas recién hechas, mermelada casera, un zumo de naranja, una mousse de yogur, unas magdalenas con almendras hechas por ellos mismos, unos croissants rellenos de jamón york y queso horneados, fruta cortada y el café con leche. ¡Como disfrutamos! Eso sí, un poco más y no podemos levantarnos de la mesa, pero es que daban ganas de probarlo todo!
Nos despedimos del hotel y sus propietarios y nos fuimos a recorrer Maderuelo, un pequeño pueblo medieval muy bien conservado que merece mucho la pena. Una vez vistos los muros, las calles empedradas y las casas de piedra nos detuvimos un rato en el mirador en el que podemos observar el río Riaza y el puente que lo cruza. ¡Qué tranquilidad! Realmente si buscáis descanso en Maderuelo lo lo encontraréis, un pueblo con unos 100 habitantes en el que no hay tiendas, solamente algún bar o restaurante y algunas casas rurales. El relax está asegurado.
Río Riaza
Ayllón
A 17 km de Maderuelo se encuentra Ayllón, el que debería haber sido el penúltimo pueblo a visitar durante el fin de semana. En Ayllón encontramos el mismo encanto de la zona. Piedra, calles con adoquines, casas de piedra y madera y plazas empedradas con soportales. ¡Un gusto pasear por calles así! Además, como era pronto y hacía frío no había mucha gente por la calle así que disfrutamos del pueblo con total tranquilidad.
Tal y como comentaba anteriormente, nuestra intención era seguir hasta Madriguera, uno de los pueblos más bonitos de la zona, según dicen (los propietarios del hotel nos lo recomendaron varias veces), que pertenece a los Pueblos Rojos. Está situado a unos 30 minutos de Ayllón así que fuimos sin pensarlo, pero nuevamente el GPS nos jugó una mala pasada (la segunda vez en este fin de semana, habrá muerto ya o se salvará si lo actualizo?). Nos llevó por una carretera comarcal y cuando llevábamos algo más de 30 minutos nos dijo que habíamos llegado a nuestro destino, en medio de la carretera, sin bifurcaciones ni pueblos ni nada. Seguimos, pensando que el pueblo estaría cerca pero no encontramos nada. Conducimos varios km más hasta que casi llegamos a la provincia de Guadalajara y dimos la vuelta. Esta vez no pude poner el navegador del móvil porque no había cobertura (eso pensaba, luego vi que sin querer, la noche anterior aprovechando el wi-fi de la habitación había desconectado la conectividad de datos... Arghh. Pero de todos modos no había casi cobertura de móvil así que no se si hubiera podido conectarme sin problemas). Pasamos por algunos pueblos y nos fijamos muy bien en las indicaciones y en los caminos que salían a izquierda y derecha de la carretera pero en ninguno vimos la indicación de Madriguera, así que nos vimos de nuevo en Ayllón sin haber encontrado el pueblo y el GPS indicándonos otra vez hasta el punto muerto anterior. Así que, con mucha pena, decidimos dejarlo para otra ocasión, en la que miraré como llegar a Madriguera antes de salir de casa, bueno de hecho ya lo miramos desde el coche cuando volvimos a conectar el móvil! Incluso nos replanteamos volver a intentarlo pero ya nos habíamos alejado demasiado, pero habrá más ocasiones seguro.
Relatos de otros viajeros #Postamigo
- Mis viajes y sensaciones: Pueblos con encanto: Calatañazor y El Burgo de Osma, ciudad monumental