Está haciendo unos días preciosos, ideales para la poda. Esta semana he podido dedicar un par de tardes a la tarea, que está ya a falta de muy poco :).
Ayer estuve podando la zona donde está plantado Chapeau de Napoleon, uno de los primeros rosales que cultivé, y, desde luego, uno de los rosales estéticamente más peculiares que se pueden plantar en un jardín. El rosal ya estaba podado, al ser de floración única, la poda más fuerte se hace en verano. Este verano le di un toque, retiré alguna rama cruzada, pero tampoco mucho, porque en el verano anterior sí lo había recortado bastante, y no es un rosal prolífico a la hora de ramificar. Al contrario, es más bien lento.
Así que, lo único que tenía que hacer ayer era despuntar las partes secas donde habían estado las flores y poco más. Mi sorpresa fue mayúscula cuando vi, nada más y nada menos que ¡un escaramujo!, en un rosal conocido por su infertilidad y su incapacidad para producir descendencia vía semillas.
En el mismo ramillete hubo dos flores, la que produjo el fruto, y la que se secó sin más, que es la común:
El epílogo de la historia es que el escaramujo tenía dentro los típicos pelillos que rodean las semillas...pero ni una semilla jajajajajajaja.
Feliz poda, amigos roser@s ;).
"Una rosa es una rosa es una rosa". Gertrude Stein.