SOS Ayuda para evitar una ejecución hipotecaria

Por Marperez @Mari__Soles

Se trata de una familia formada por un joven matrimonio y sus hijos de 1, 3 y 6 años de edad. La pareja compró en 2004 un piso de protección oficial en el barrio de La Gallega (Santa Cruz de Tenerife), a través de Visocán, la empresa que gestiona las viviendas públicas de Canarias, que les impuso como una de las condiciones contratar la hipoteca con el Banco Santander. En aquellos momentos ambos tenían trabajo y tenían planes de boda. Dos años más tarde, en 2006, se casaron. En 2008 nació su primera hija, cuando comenzaba a conocerse el estallido de la crisis económica. Sin embargo, a ellos aún no les afectaba, y el Gobierno negaba día tras día que en nuestro país existiera crisis. Él tenía un trabajo que les permitía vivir sin lujos, pero con dignidad, y ella quiso tomarse un descanso en su actividad laboral para dedicarse a su hija a tiempo completo. Unos años después tuvieron a la segunda, y todos eran muy felices.

El panorama ha cambiado mucho desde entonces, como en tantas otras vidas que hasta hace poco se encontraban cómodas en el sistema capitalista, confiando en que nunca les faltaría trabajo para pagar sus cuentas y, sobre todo, creyendo que la vida es un camino lineal hacia adelante y hacia arriba en el que el esfuerzo y la buena voluntad siempre encuentran justa recompensa. Aquel empleo en el que él desarrollaba su actividad comenzó a verse afectado poco a poco por la crisis; estaba relacionado con el mundo de la construcción y las cifras menguaron hasta convertirse en números rojos. Durante muchos meses, se mantuvo en su puesto, creyendo en las promesas de que se le pagaría en cuanto los clientes abonaran sus deudas, pero pasaba el tiempo y no veía ni un céntimo. Además, tenía que pagarse su propio seguro de autónomo, pero llegó un momento en el que ya no tenía ni para pagar el seguro, ni el transporte, ni los gastos mínimos de su casa, y el resto de la familia comenzó a ayudarlos. En aquella época llegó la noticia de que venía el tercer hijo en camino. Una boca más que alimentar, cuando había que hacer tantos esfuerzos para mantener a las cuatro que ya estaban. Pero ellos siguieron adelante con el embarazo, manteniendo la ilusión del primer día y deseando poder darle a su pequeño el mismo recibimiento que a sus hermanitas mayores.

Cuando el pequeño nació y el padre pidió unos días para estar en casa con su mujer y sus hijos y poder encargarse del papeleo, las niñas, etc, mientras ella se recuperaba del parto, la respuesta de su jefe fue “no vuelvas más”. Lo despidió. No le pagó nada de lo que le debía, ni hubo forma de llegar a un acuerdo. El niño solo tenía 6 días cuando él llegó a su casa con la noticia. Solo veinte días después, el bebé tuvo que ser hospitalizado.El bebé salió del hospital, pero la situación económica no mejoraba, los problemas se agolpaban día tras día, pero ellos se mantenían unidos.

Un sábado de marzo del 2014, el padre de él lo invitó a dar un paseo. Por el camino vieron un cartel de un pequeño local que ponía: “Se traspasa”. El padre, que conocía a los dueños y a varios negocios de la zona, se informó y le propuso a su hijo hacerse cargo de aquel local para continuar con el negocio. Él se lo contó a su mujer y, después, lo consultaron con el resto de la familia de ambos (incluso con quienes estaban enfadados con ellos por haber tenido a su tercer hijo) para pedir consejos. La mayoría, por no decir todos, les dieron el visto bueno y los animaron a intentarlo. La inversión inicial no parecía demasiada, el negocio estaba en marcha y era muy antiguo, lo que significaba que ya tenía su propio prestigio y clientela. Parecía que valdría la pena. Además, era una actividad muy limpia, aparentemente sencilla y muy bonita, que podrían desempeñar entre los dos. Y así lo hicieron. Firmaron el traspaso y se pusieron manos a la obra cuando no hacía ni cuatro meses que ella había dado a luz y la hija mediana todavía no tenía edad para estar escolarizada.

Sin embargo, aunque era un negocio en marcha, empezaron casi desde cero en lo que a mercancía se refiere. Eso significaba optar por endeudarse con los proveedores o ir aumentando la oferta poco a poco, y eligieron lo segundo, lo cual, a su vez, se traducía en pasar los primeros meses o casi el primer año sin beneficios, teniendo que reinvertir constantemente en más mercancía. Y eso, a su vez, significaba que nunca había suficiente para los gastos: hipoteca, agua, luz, teléfono, comida, seguros… Las cuentas no salían, así que tenían que seguir aceptando la ayuda de la familia.

Poco a poco el negocio comenzó a prosperar. El esfuerzo comenzó a dar sus primeras alegrías: cada vez había más clientes, funcionaba muy bien la fidelización, y parecía que, por fin, se veía una luz en el horizonte. Entonces, parte de la familia dejó de ayudar, porque el paro se iba extendiendo entre ellos. Al mismo tiempo, se acabaron los seis meses de oferta del seguro de atónomos para emprendedores de ella, por lo que, por un lado, perdían los ingresos por parte de la familia y, por el otro, aumentaban los gastos por el seguro. Les resultó muy difícil poder conseguir unas cuentas saneadas. Los proveedores querían cobrar y no podían quedarse sin mercancía, el recibo de la luz debía ser pagado, el del agua, los seguros, el gasoil para poder llevar a las niñas a clase e ir a trabajar…Así que comenzaron a retrasarse los recibos de la hipoteca hasta llegar a cuatro. Gran error, pero solo fueron cuatro meses. El único que estaba al tanto de ese retraso era el padre de él; al resto de la familia se lo ocultaron para no preocupar a nadie, mientras ahorraban cada céntimo para poder pagar los recibos atrasados poco a poco, ahora que el negocio empezaba a ir un poco mejor.

Entonces llegó la noticia. En cuanto hubo cuatro recibos atrasados acumulados, recibieron una notificación del juzgado, y allí se dirigieron rápidamente para preguntar de qué se trataba. Les comunicaron que tenían una orden de ejecución hipotecaria. Ellos respondieron que querían pagar, al menos, un mes, y seguir pagando el resto poco a poco. En el juzgado les dijeron que eso deberían negociarlo con el banco, así que al día siguiente fueron a hablar con la directora de su sucursal; no pudieron hacer nada: les habían cancelado la cuenta en la que solían hacer los pagos de la hipoteca, y la directora les dijo: que les habían cancelado la cuenta, que no tenían derecho a cadencia, que no podía hacer nada porque todo estaba en el juzgado, que no les iba a dar el desglose de la cantidad que les estaba pidiendo (los cuatro meses + intereses + gastos + abogado: en total, unos 4.000 euros), que tenían diez días para pagar y que no les iba a dar nada por escrito.

Se lo contaron a sus familias y amistades. La respuesta fue muy desigual. Sus incondicionales se pusieron rápidamente a su disposición. Unos intentaban tranquilizar, otros aconsejaban, otros buscaban ayuda, otros montaban campañas para conseguir recaudar el dinero como fuera, cuanto antes. Y, por otro lado, estaba el resto: familiares cercanos de él y menos cercanos de ella, que se negaron a ayudar. Algunos se lo dijeron así, tal cual. Otros, en cambio, fueron más sutiles, recomendándoles entre risas que se fueran de alquiler o publicando en las redes sociales mensajes en los que presumían de lo felices que eran comprando “cosas para poner sus casas bonitas” o haciendo ostentación de sus holgadísimas posiciones económicas, sin hacer mención en ningún momento a la ayuda que se estaba pidiendo para sus familiares por parte de otros. Y el resto, simplemente, les dieron ánimos (la típica palmadita hipócrita y vacía en la espalda) o callaron.

Gracias a quienes sí se volcaron con ellos (la familia directa de ella, sus amigas, y el padre de él), han ido consiguiendo reunir parte de esos 4.000€ y ponerse en contacto con representantes de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas de Tenerife, además de con algunos que saben mucho de leyes y de juzgados, que están prestándoles asesoramiento en estos momentos en los que nada parece claro y todo se puede confundir muy fácilmente.

Esta tarde (2 de abril de 2014) tenían ya reunidos 2.500€. Hace un par de días creían que ya habían conseguido los 4.000, pero, por desgracia, les falló uno de los donantes, así que ahora solo tienen esos 2.500. Quieren pagar. No están pretendiendo que se les perdone nada, solo quieren poder pagar lo atrasado y poder seguir pagando normalmente la hipoteca ahora que el negocio les va mejor y empezaban a hacerlo. No quieren perder su casa, que es su hogar y el de sus hijos.

Algunas de las amigas de ella están llevando a cabo una iniciativa muy bonita, recaudando para ellos donaciones voluntarias desde 5 euros, que van directamente a la cuenta corriente de ella. A cambio, ofrecen un carrito de bebé que se sorteará entre quienes quieran apuntarse. Otras amigas y conocidas de ella de la infancia están enviando la cuenta corriente de ella a sus amistades y conocidos, invitándolos a ayudar colaborando con, por ejemplo, 5 euros. Las hay que no pueden aportar dinero, porque su situación es también terrible, pero colaboran con su buena voluntad compartiendo el mensaje entre sus conocidos para invitarlos a colaborar.

Yo estoy haciendo todo lo que se me ocurre, lo que me dicen, lo que esté en mis manos. Esa familia no es solo una familia unida, bonita, llena de amor y de respeto a la vida. No solo me gustan y los quiero. Además, tengo mucho que agradecerles. Cuando yo los necesité, ellos siempre estaban allí. Cuando, en más de una ocasión, tuve que llamar en medio de la noche, desde la calle, a mi casa, y pedir que alguien fuera a recogernos a mis hijos y a mí, porque “había vuelto a pasar”, ellos nunca dudaron, incluso siendo novios, mucho antes de casarse, en cancelar sus planes, a la hora que fuese, e ir a buscarnos y llevarnos a donde hiciera falta. Cuando a mí me tocaban las malas rachas y acababa exhausta física y psíquicamente después de estar un día entero trabajando y llegaba a casa con el alma en los pies, sin ánimos para nada, después de soportar lo insoportable durante demasiado tiempo, ellos se ofrecían para llevar a mis hijos de paseo, a una fiesta de cumpleaños, al cine, a donde hiciera falta para que los niños se divirtieran y yo pudiera descansar. Cuando ellos se casaron, su boda fue el contrapunto de alegría en mi vida en una época en la que todo parecían tan triste y difícil. Ellos son mi familia. Todos tenemos defectos y virtudes pero entre sus defectos nunca ha estado la falta de empatía ni los considero capaces de negarle su ayuda a alguien que la necesite y se la pida, como estoy viendo que muchos les están haciendo ahora.

Estos son tiempos difíciles para la mayoría y nadie está salvo de que mañana pueda ocurrir algo así en su familia. Por eso, desde mi punto de vista, la solidaridad es cada vez más necesaria. De esta crisis solo podremos salir airosos si nos comprometemos en serio a luchar contra las injusticias y a colaborar para que quien esté poniendo de su parte para que esto funcione se pueda, al menos, mantener a flote. Si no lo hacemos ahora, pronto nos lamentaremos de no haberlo hecho cuando estábamos a tiempo. Es “hoy por ti, mañana por mí”, recuérdenlo. Nunca se sabe qué vueltas puede dar la vida, y si mañana van a ser ustedes quienes tengan que verse en una situación así, pidiendo ayuda para un ser querido. 

Una de mis formas de colaborar con ellos es este texto, para que se sepa la verdad y que quede todo claro y cristalino. Además de eso, ofrezco otras vías para ayudarlos. Como prefiero no poner aquí el número completo de su cuenta corriente, dejo estas posibilidades para quien quiera colaborar:

A. Ponte en contacto con ella directamente escribiéndole a su email:

[contact-form]

B. Envía tu donativo a través de Paypal a mi cuenta, y yo se lo reenviaré a ella (no tiene Paypal).

Después puedes escribirle un email si quieres comprobar que le llegó, para que ella te avise cuando lo haya recibido. Pincha en la imagen para ir a Paypal:

C. Compra cualquiera de mis libros.

Si quieres recibir algo a cambio de tu donativo, te ofrezco lo que tengo: mis libros. Todo lo que recaude será para esa familia. Entra en la siguiente imagen si quieres ayudarlos así:



Archivado en: Amores, Economía, Política, Recursos online, Trabajo Tagged: Antidesahucios, ayuda, Banco Santander, bancos, crisis, Desahucios, ejecución hipotecaria, familia, menores, Tenerife