Cuando no existen razones médicas para la infertilidad
Hace tiempo conocí a una joven pareja deseosa de ser padres. Consideraban que había llegado el momento para traer un hijo al mundo y formar una familia, pues se sentían preparados y se pusieron "manos a la obra". La ilusión de los primeros meses fue mermando cada vez que el periodo hacía su aparición. Cada mes, ella, positiva por naturaleza, se sentía más apagada. Salía a la calle y se sentía terriblemente desdichada al ver a las radiantes madres con sus bebés. Todo su mundo, sus pensamientos giraban en torno a la idea de su bebé imaginario. Lo que había empezado como un bonito proyecto se estaba convirtiendo en una obsesión que les estaba desestabilizando como personas y como pareja. Al fin, decidieron acudir a la medicina para descubrir si existía algún problema de fertilidad. Tras innumerables pruebas, se confirmó: infertilidad por causa desconocida, es decir, ambos estaban físicamente capacitados para concebir y no se conocían las razones por las que el embarazo nunca llegaba. Entonces, si ambos estaban sanos, si no había problemas físicos, ¿qué estaba pasando?
Los factores psicológicos se ven relacionados en cualquier proceso de nuestra vida, y ¿cómo no? también en la búsqueda del hijo.
No conseguir un embarazo hace que muchas personas se sientan frustradas, fracasadas y que el logro de este objetivo se convierta en el único de sus vidas. De repente, sólo ven niños por todas partes, mujeres embarazadas en cada esquina, y ellos se miran y se sienten terriblemente inútiles, se preguntan por qué les está pasando esto a ellos y quién de los dos tendrá la culpa. Enfrentarse a esto lleva a vivir una situación de estrés continua que es totalmente contraproducente para conseguir un embarazo. Tener un hijo es una experiencia maravillosa, ¿cómo vamos a concebir un hijo si estamos frustrados, incómodos, obsesionados? Queremos tener un hijo y darle un hogar sano, tranquilo y repleto de amor. ¡VAMOS A DARLE UNA VUELTA COMPLETA! El primer hogar que ese niño tendrá es el vientre materno, esa futura mamá necesita estar feliz, tranquila y a gusto consigo misma para convertirse en el mejor de los lugares para el bebé. Por eso, cuando el embarazo no llega y los nervios están apoderándose de nosotros y haciéndonos perder el control, tenemos que parar, respirar profundamente y empezar a mimarnos. Si nosotros estamos tranquilos, seguros y nos cuidamos física y mentalmente. Cuando dejemos de obsesionarnos e incorporemos el tener un hijo en el resto de facetas de nuestras vidas, sin que se convierta en la única, cuando dejemos de controlar el mejor momento para mantener relaciones con nuestra pareja y las disfrutemos plenamente de nuevo, cuando nos dediquemos tiempo para disfrutar y estemos TRANQUILOS y RELAJADOS, entonces será más fácil.