Sospechosos fenomenales

Publicado el 12 junio 2014 por Alejandro Millán Zamora @AlejandroMilln2
                               X-Men: Días del futuro pasado                                   
A esto me refería cuando hablaba del poderío del cine popular.Lo que define a una especie va más allá de su adaptación al medio, versa sobre la evolución.Lo que define a una industria es su capacidad de traducir dicha evolución atendiendo al progreso.Lo habéis adivinado, no pienso disculparme por el carácter épico conferido a estas tres primeras líneas.

Bryan Singer dió el pistoletazo de salida y supo manejar al grupo. La segregación, el miedo a lo desconocido, la rivalidad, los traumas sentimentales y el amplio abanico de habilidades de cada uno. Pero siempre hubo algo que distraía el sentido global de cada entrega... bien el drama, quizá sobrecargado, o bien su compenetración (si, he dicho pene) con los diferentes dilemas morales que se nos presentaban, faltaba empaque, sobraba frialdad. Exceptuando una digna y mal reconocida tercera entrega que suplió con ostias lo que antes eran tristes pellizcos, perdiendo por el camino el amor por el detalle a sus criaturas y dejando a unas cuantas en el banquillo. Luego llegó la primera generación y eso fue la bomba, sangre nueva y sentido del humor, un trago indispensable para una saga a la que se le habían agotado las ganas de proceder... PERO, perdiendo demasiado material, con el recuerdo reciente de una trilogía culpable tanto de un sentido del honor excesivo como de un contraste más adecuado al tono natural que reciben las aventuras de este extraordinario elenco de marginados.

  
“X-Men: Días del futuro pasado” es la clase de película que le agradaría a Dios en el hipotético caso de que fuese tan consciente como su creación de la imperiosa necesidad de aprender de la genética. Yo he conocido a varios mutantes a lo largo de mi vida, algunos viven conmigo, otros juegan en otra liga, más ninguno puede compararse a esta plantilla (perdonad la jerga de entrenador yanqui motivado). Y a Bryan pueden tacharle de muchas cosas pero comprende tan bien como nosotros (y como Dios, aunque no lo admita) esta ilusión. Los mismos factores, los mismos seres y una sola regla, quedar por encima. Días del futuro pasado supone un hito en la ciencia ficción, trasciende a su propia mutación y verifica el clima actual variando el grado de intensidad y compromiso conforme se sucede. Y se sucede, una y otra vez, como la misma vida. Un ritmo endiablado, un tratamiento más humano que nunca, un tenso y veloz acercamiento a la vieja idea: nuestros actos en el pasado determinan cuanto y bajo que condiciones apretaremos el paso por arreglar el sendero recorrido, podemos aceptar lo que podemos modificar, pero para lograr el entendimiento se precisa de conciencia.        ¿Simple no? tanto como dejarse llevar por una propuesta repleta de diversión y dinamismo, que se nota el verano y se nota el calor, se nota que Jennifer Lawrence tiene un cuerpazo pero además tiene un Oscar en casa porque se nota que es buena actriz y se nota como poquito a poco se come a todo el maldito reparto como quien merienda por capricho estando a dieta, joder que si se nota. Y James McAvoy, que con esa barba y ese pelo casi no nos hace ver que se está dejando el espíritu en cada plano. Y Michael Fassbender, que sabe que es tan genial y que le quieren tanto por twitter que se le pone la cara cual dictador dirigiéndose a una legión de esclavos dispuestos a lo que sea por más de lo suyo. Y Evan Peters, que se queda con la escena más potente de toda la película. Una película maravillosa por cierto, un triunfo de la imaginación, de la estética y lo que esconde dentro, de lo que se nos enseña bajo los efectos especiales, de ese tipo de cine considerado menor por su condición comercial. Y si se nos nota que pedimos ayuda y queremos que salven el mundo... ¿que demonios queréis que hagamos si no? sólo somos humanos.
NOTA: 8/10