Sostenía Marías en un artículo en El País (recibido cortesía de Tino Batera) titulado "Empobrecimiento, embrutecimiento" que mientras que en el cine aceptamos a los personajes complejos, contradictorios y hasta atormentados, en la vida real parece que buscamos a moñigotes de cartón piedra que son incapaces de mostrarse transversales y tener opiniones diferentes en función de la información de la que disponen. Una magnífica reflexión que es también un elogio a la discrepancia. Una llamada a escuchar al otro. A respetarlo. Y a entender que las personas no somos unidimensionales y que, quien rechaza al otro, pierde muchas cosas en su propio beneficio.No se lo pierda, desocupado lector.