Sostres, y cómo Sánchez Dragó crea escuela

Publicado el 18 noviembre 2010 por Jesús_martínez
Los personajes que, sin pudor, muestran sus desviados gustos sexuales ya son casi legión. Se muestran orgullosos de ello y así lo muestran, tanto en público como en privado. Primero fue el intelectual Fernando Sánchez Dragó su experiencia con las lolitas de 15 años en Japón. Ahora se ha unido a la fiesta viril el pseudoperiodista y columnista de El Mundo, Salvador Sostres. Durante la tertulia en el programa ‘Alto y claro’, un micrófono abierto durante una pausa publicitaria le cazó comentando, junto a niños de varios colegios, su querencia por las jóvenes “en su punto mágico de tensión sexual”. Si quieren escuchar completas las repugnantes palabras de este señor, que completa su lamentable intervención con varios comentarios racistas sobre Marruecos, sólo tienen que ver el vídeo:

Pero la escena deja algunos detalles que demuestran la impunidad con la que este tipo de personajes toman la palabra: la presentadora, Isabel San Sebastián, le reprende aunque entre risas y sin ninguna contundencia y sin plantearse echarlo del plató; algunos tertulianos, como Alfonso Ussía, le ríen la gracia e, incluso, ratifican algunas de sus palabras; otros compañeros de mesa se mantienen como meros espectadores de este asqueroso ‘show’.
El personaje en cuestión no sólo no se retracta, sino que arremete contra la televisión madrileña a cuenta de la filtración de estas declaraciones privadas. Un hecho que también utiliza la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, para no condenarlas. ¡Como si eso fuese una justificación ante unas palabras tan absolutamente lamentables! Pero lo mejor viene de la cadena pública que decide no tomar ninguna medida contra el tertuliano abanderando la libertad de expresión. Menos mal, que ahí están el comité de empresa y el Defensor del Menor que pelearán para que este espectáculo no quede en nada.
Cuando se ve cómo las autoridades públicas, que deben ser las primeras en dar ejemplo, pasan de largo en asuntos tan graves y punibles como éste uno piensa que la indefensión es total y absoluta. ¿Hasta dónde habrá que llegar para que haya un castigo ejemplar? ¿Hasta cuándo tendremos que contemplar cómo se les paga sueldos públicos a personajes de esta calaña, que no respetan ni la más mínima regla ética?
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Sinceramente, ayer me planteé si era correcto darle pábulo a las palabras de otro depravado como éste. Dudé sobre si era correcto o no. Pero cuando vi las reacciones del susodicho y de la televisión pública y el Gobierno de Aguirre me convencí de que había que denunciarlo.