Diego Torres avisó hace ya tiempo, de que tenía bien guardaditos unos doscientos correos electrónicos muy comprometedores y que con ellos podía darle matarile a la ya de por sí maltrecha Monarquía. "Bombas atómicas" los definió y añadió que los iría remitiendo al Juez Castro o haciendo públicos de forma escalonada. Jugada con la que el "presunto" chorizo, ex-socio del otro "presunto" longaniza, pretende chantajear a la Justicia, a la Casa Real y a todo quisqui que se le ponga por medio y pretenda hacerle pasar unas largas y merecidísimas vacaciones en "Villa Talego Spa".
¿Negocios? ¿Puede moralmente el Rey de España hacer o tener negocios? Si así fuera ¿podríamos sospechar de un ilegítimo tráfico de influencias? ¿No se deslegitimó en un principio al díscolo y chulesco Urdangarín precisamente por ello?. En mi desordenada cabeza saltan inquietas las palabras del auto del Juez Castro contra el yerno real: "...que en su desmedido ánimo de lucro usó el compadreo y la prepotencia para conseguir contratos..." y afirma que le daban todo lo que pedía sólo por pertenecer a la Casa Real... ¡Sota, caballo y Rey!