Sound of Noise, Suecia 2010

Publicado el 15 febrero 2011 por Cineinvisible @cineinvisib

En mi condición de refugiado acústico la perspectiva de ir a ver o, peor, escuchar una película que tiene por expresivo título, El sonido del ruido, me provocaba toda una amplia gama de sudores fríos. Si bien las sociedades actuales han puesto en marcha, al menos, algunas medidas para luchar contra la contaminación ambiental, han dejado de lado o prestado la mínima atención a dos de las peores plagas sufridas por el ser humano en la actualidad, la acústica y la visual. Esta última consiste en la agresión sufrida por el ataque indiscriminado de la publicidad. Se ha calculado que una persona, desde su nacimiento hasta la edad de 18 años, está expuesta a una media de 350.000 anuncios. Sin embargo, no sólo no fui a verla una vez sino en dos ocasiones. Hacía tiempo que no me reía tanto en el cine.

Ola Simonsson y Johannes Stjarne Nilsson, tras varios cortometrajes dotados de un peculiar estilo (uno de ellos, rodado en 2000, se titulaba Music for one apartment and six drummers), y ante su éxito de crítica y los premios obtenidos en festivales, decidieron retomar esta antigua historia y lanzarse a su primer largometraje. El resultado no podía ser mejor: una comedia satírico-músico-política repleta de momentos antológicos, en especial, durante su primera parte.  

Amadeus Warnebring, nacido en una familia de músicos, educado bajo la batuta de los mejores maestros de solfeo y rodeado desde su más tierna infancia de un ambiente centrado en este arte, no puede soportar nada que se relacione con la música. Empezando por su nombre, los chistes habituales sobre instrumentos de viento que ha escuchado durante todo su vida o los conciertos de su célebre hermano, director de orquesta, por eso ha decidido optar por otra profesión radicalmente distinta e ingresar en el cuerpo de policía.

Pero este pobre hombre no tiene suerte y un grupo de malvados ciudadanos han decidido dar el golpe del siglo en su ciudad. Un atracón musical concebido como un concierto para una ciudad y seis percusionistas, con cuatro movimientos. A partir de ahí empezará la primera investigación crímino-musical más alocada de la historia del cine, y un verdadero despliegue de imaginación, en cuanto a los instrumentos utilizados para llevar a cabo la citada obra (el cuerpo de un famoso presentador que se va a operar de cirugía estética o un particular atraco a un banco son gloriosos) y las imágenes que la acompañan.

Una verdadera comedia, con un tema original, un ritmo, nunca mejor dicho, endiablado y una puesta en escena viva y dinámica. Jugar con los estereotipos es lo que mejor dominan los realizadores y esta investigación resulta divertida, hasta en los antecedentes musicales delictivos de la jefa de la banda, excepcional su Concierto Acuático. Una película tocada por la gracia electro funk de su patrona nacional, Santa ABBA.