Richard Ashcroft le dio la bienvenida al nuevo milenio con un disco lleno de alma (soul) hermosas canciones y un flow netamente urbano, de calles ruidosas (New York) y mañanas de gloria.
El primer disco solista del ex Verve es también una potente declaración de amor hacia su familia (su esposa Kate y su hijo Sonny), a pesar de todo, en tiempos de desesperanza.
Una cima nunca vuelta a visitar por Richard, y un disco que está a la altura de lo mejor de The Verve.