SOY DE CLÍTORIS, O SEA, CLITORIANA
Me surgió el clítoris a la edad de cuarenta años. Antes de ese alumbramiento no tenía, ahí no había nada, al menos a mi no me constaba. Cuando me bañaba nunca noté nada y me senté millones de veces en el váter sin saber que un pequeño anexo de mí, penduleaba ansioso por ser descubierto. Porque el clítoris no se siente como se siente una mano aunque no la estemos moviendo; yo al menos puedo estar toda una mañana sin pensar en él, no sé si a las demás les pasará lo mismo.
Lo cierto es que este descubrimiento cambió mi vida. Y no hay vuelta atrás, imposible olvidar aquella explosión física y mental que me arrojó a los brazos de Onán aquel inolvidable cualquier día de febrero de hace no sé exactamente cuantos años. Y de repente me encuentro con que tengo un órgano cuya única función en esta vida es la de darme placer, ¡bendita naturaleza femenina tan repudiada una vez al mes! Es lega, el moral y no engorda. ¿Lo siguiente? Por supuesto sacarle más horas al día para no parar de manipularlo. Ahora puedo conectar directamente con mi centro del placer y sentir cómo la corriente eléctrica que está ahí arriba va descendiendo hasta donde no hay vuelta atrás. El clítoris es un éxito de la evolución y no va a atrofiarse por falta de uso.
Desde entonces todos me dicen que me brillan más lo ojos y yo sé que es porque ahora tengo un remedio infalible contra los nervios, el aburrimiento, el frío, el calor, los cumpleaños, la depresión, la navidad, los vecinos y los domingos. Me tranquiliza saber que cuento con un remedio tan potente y gratuito (a disfrutar a solas, en pareja o con un grupo de amigos), para el que no necesito pedir cita con antelación ni crear un evento en el Facebook.Aquí vendría una descripción brillante y detallada de un orgasmo que no conseguí escribir pero, que de seguro, serás capaz de imaginar sin mi ayuda. Solo tienes que visualizar esos momentos en los que tienes que agarrarte a la cama o a las sábanas por miedo a salir volando y quedar flotando en un cosmos infinito que sólo está en tu cabeza.En el mismo parto me ha nacido otra certeza: que voy a rastrear mi cuerpo centímetro a centímetro, como un CSI en busca de pruebas o un forense que trajina por adelantado, por si quedara algún anexo por descubrir. Y que voy a sacarle el jugo a este órgano, parte, pieza, segmento, porción...tanto como a mi cerebro, las dos atalayas de este cuerpo que, sin faltarle miembros, no estaba completo.