No soy político, ni tertuliano todoterreno, ni siquiera soy opinador especializado en economía que habiendo asesorado y vivido de la banca ahora pueda criticarla. Tampoco soyun gurúque pueda predicar sobre el futuro económico porque tenga una labia ocurrente y capaz de conectar con cuatro frases impactantes. No he tomado cursos de portavoces y de oratoria para ser convincente aunque no tenga la convicciónsobre un tema. No he escrito libros de autoayuda o de predicción económica cortando y pegando frases de monjes reflexivos y de premios Nobel de economía. Leo varios periódicos, veo algunos informativos y escucho la radio ; sigo también las redes sociales y me licencié hace años en Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona. Entiendo lo que dice Krugman desde allí y Antón Costas desde aquí, de que solo con los ajustes no creceremos y no saldremos de ésta. Comprendo que la prima de riesgo suba en España cada vez que se ciernen más dudas sobre nuestra solvencia o la de Grecia, que tanto nos debe. Entiendo, incluso, a la Merkel cuando intenta que el virus nuestro, el de los PIGS, no la contamine y se atrinchera en la política fiscal recetándonos recorte tras recorte. Llego a comprender a los “monetaristas” y a los “fiscalistas” a la vez. A los mercados cuando hacen que suba o que baje la bolsa, a Hollande y a Merkel, a Rubalcaba y a Rajoy… Me identifico con muchas de las consignas de los “indignados” y con ninguna de los bancos. Hay días que creo que todo se va a la mierda y otros que ya nos hemos ido hace tiempo. Lamento confesarme públicamente incapaz de saber lo que está pasando y lo que va a pasar. Siento no ser como la mayoría de los que opinan en los medios . Siento no ser tertuliano todoterreno, predicador o gurú y, aún más, siento no ser premio Nobel. Siento ser economista y no saber nada, y sobre todo me angustio porque me da la sensación de que quienes lo saben no lo quieren contar.
No soy político, ni tertuliano todoterreno, ni siquiera soy opinador especializado en economía que habiendo asesorado y vivido de la banca ahora pueda criticarla. Tampoco soyun gurúque pueda predicar sobre el futuro económico porque tenga una labia ocurrente y capaz de conectar con cuatro frases impactantes. No he tomado cursos de portavoces y de oratoria para ser convincente aunque no tenga la convicciónsobre un tema. No he escrito libros de autoayuda o de predicción económica cortando y pegando frases de monjes reflexivos y de premios Nobel de economía. Leo varios periódicos, veo algunos informativos y escucho la radio ; sigo también las redes sociales y me licencié hace años en Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona. Entiendo lo que dice Krugman desde allí y Antón Costas desde aquí, de que solo con los ajustes no creceremos y no saldremos de ésta. Comprendo que la prima de riesgo suba en España cada vez que se ciernen más dudas sobre nuestra solvencia o la de Grecia, que tanto nos debe. Entiendo, incluso, a la Merkel cuando intenta que el virus nuestro, el de los PIGS, no la contamine y se atrinchera en la política fiscal recetándonos recorte tras recorte. Llego a comprender a los “monetaristas” y a los “fiscalistas” a la vez. A los mercados cuando hacen que suba o que baje la bolsa, a Hollande y a Merkel, a Rubalcaba y a Rajoy… Me identifico con muchas de las consignas de los “indignados” y con ninguna de los bancos. Hay días que creo que todo se va a la mierda y otros que ya nos hemos ido hace tiempo. Lamento confesarme públicamente incapaz de saber lo que está pasando y lo que va a pasar. Siento no ser como la mayoría de los que opinan en los medios . Siento no ser tertuliano todoterreno, predicador o gurú y, aún más, siento no ser premio Nobel. Siento ser economista y no saber nada, y sobre todo me angustio porque me da la sensación de que quienes lo saben no lo quieren contar.