Lo malo es que nunca se callan en el momento justo. Siguen hablando y entonces meten la pata. Julia siente que está trabajando en algo “épico”. Tanto en casa como en el trabajo. Llegar a casa del trabajo, cuidar a los niños… En definitiva, ser madre trabajadora —como tantos millones de mujeres— es toda una proeza para Julia.
Julia, guapa, si quieres sentirte “épica”, vete con las percebeiras gallegas, que se juegan la vida a cada minuto sin dejar de ser madres y amas de casa. O, sin ir tan lejos, ponte a faenar con las señoras que limpian nuestros lugares de trabajo.