Soy golosa al tacto.

Por Negrevernis

Me recreo en su olor y adivino su textura aún antes de coger un poco con la punta de dos dedos. Crema tibia, consistente, fuerte en su olor, alimenticia, nutritiva. Blanda al tacto, pero suficientemente espesa como para aguantar en ligera capa sobre mi epidermis, sé que mantendrá su brillo y aroma hasta bien pasada la media tarde, sobre todo si uso en la ducha el jabón que acompañaba en la caja amarronada en la que me fue regalada. Desenrosco finalmente su tapa, compruebo que aún, afortunadamente, queda, huelo de nuevo y dejo que la fragancia ocupe, densa, mis fosas nasales, el baño entero; toco la crema, mantequilla deliciosa de seda al contacto de las yemas de mis dedos, que se deslizan en círculo capturando una porción mínima, pero suficiente.
Me pierdo, casi cierro los ojos, dejo que el aroma, dulce, goloso, invada cada poro, disfruto con el tacto brillante, paladeo el aroma. Recuerdo, sí, las palabras de Niña Pequeña la última vez que usé el tarro:
-¡Mamá! ¡Hueles a coco, mi yogur favorito!