Dicho está: los hijos de puta saben que lo son, pero tienen decenas de buenos argumentos con arreglo a su particular criterio moral y ético que les permite justificarse ante sí mismos para aliviar su falta de escrúpulos y empatía sobre todo sabiendo que sus decisiones y sus actos causan daños a los demás.
Aplica aquello de “problema conocido no es más un problema”. Si tengo que comportarme como hijo de puta es porque no me queda otra vía posible para aliviar mis tensiones y satisfacer mis necesidades genuinas.
Los hijos de puta siempre van a enfocar con exclusividad las cuestiones prácticas y económicas que conllevan actuar de una manera u otra.
Las implicaciones éticas o morales de sus decisiones y consecuentes actuaciones no son consideradas porque no perciben los problemas de la ética ni de la moral en su cometido para lograr lo que quieren.
¿Productividad gana a ética?