¡Hola, amig@s!
Hoy toca superar dos retos de una entrada- economía de medios que se dice-, el reto de Pedro, Mes de libros con película, y el de Talamasca, Yo sobreviví al Fin del Mundo 2012. Y a ello vamos.
Como veis en la imgen, Soy leyenda, de Richard Matheson, es el libro que os traigo aquí, junto a la adaptación cinematográfica del mismo de 2007, dirigida por Francis Lawrence y protagonizada por Will Smith (podéis verla aquí aunque la imagen no tiene buena calidad). Os cuento...
Vi en primer lugar la película- no suelo hacerlo pero esta vez las cosas se han dado así- y, bueno, me pareció muy entretenida. La verdad es que está pensada para casi dos horas de entretenimiento para el gran público y su objetivo está conseguido. Días después, al ir a ponerme con el libro, esperaba encontrarme entre sus páginas una historia muy similar pero no fue en absoluto así. Aunque el libro y la película tienen evidentes similitudes, llegado un punto las líneas argumentales se desvían de tal modo que la película acaba desvirtuando por completo la obra de Matheson.
Robert Neville, el protagonista indiscutible de la historia, se nos presenta- él mismo nos narra su historia en la novela- como el único superviviente de una terrible infección que ha asolado la Tierra. En la película el origen de la epidemia es la intervención y posterior reacción a un tratamiento contra el cáncer; en el libro se produce como consecuencia de la guerra bacteriológica. Y las diferencias no han hecho más que empezar...
El Neville de Matheson es un hombre angustiado que ha encontrado inicialmente en el alcohol un modo de escape de una realidad que se le hace insoportable, con ansias autodestructivas, que escucha música clásica y vive recluido en su casa-búnker que apenas abandona para salir a abastecerse de alimentos y materiales para atrincherarse en su vivienda, y sin conocimiento alguno sobre epidemias y bacterias. Un hombre en la más absoluta soledad e incomunicación sin siquiera un perrillo que le haga compañía.
Neville-Smith, por otra parte, es un militar metódico y ordenado, que vive en compañía de su fiel y leal perra, Sam (Samantha), que escucha a Bob Marley, cuida mucho su forma física con ejercicio diario, recorre las desoladas calles de la ciudad de Nueva York en su potente todoterreno y que, además, tiene sólidos conocimientos científicos. Se percibe en él tristeza, como es natural, pero no desesperación.
Por otra parte, las criaturas son diametralmente opuestas. Es verdad que en ambos casos son buscadores de sombras y de sangre pero, mientras que en la película se nos presentan como violentos y agresivos monstruos, en el libro esa violencia es más contenida y son seres que hablan y sienten. Matheson nos habla de vampiros claramente, aunque el vampirismo se afronta desde un punto de vista racionalista muy alejado del Drácula de Stoker.
Pero la diferencia radical entre el libro y el filme estriba en la aparición de otros supervivientes, además de Nevill, y cierto toque espiritual y de secta de elegidos que me ha desagradado.
El Neville de Matheson es el único ser humano superviviente, el único normal. Y el tratamiento de la normalidad es en donde estriba, a mi entender, gran parte del interés y valor de la novela. ¿Lo normal es lo mayoritario? Y si es el único hombre en un mundo de vampiros, ¿quién o quiénes son los normales? ¿Qué es entonces el hombre? ¿El monstruo, quizá? La relatividad de lo normal se hace aquí evidente. Quizá otros mundos sean posibles...
"Soy leyenda", últimas palabras del libro y que dan título a la película, adquieren todo su sentido en la historia de Matheson, alejada de la heroicidad americana para todos los públicos de la película.
En conclusión y para terminar solo me queda deciros que la película con su mensaje de esperanza, sí, es recomendable para una agradable tarde de palomitas y refresco pero el libro, este clásico de ciencia-ficción de tono más pesimista es imprescindible. Con frecuentes flashbacks, reflexiones de Neville y sin apenas diálogos, como es lógico ante la ausencia de interlocutores, la lectura es ágil, rápida y muy amena- devoré las 180 páginas de la edición de Booket en una sola tarde, no os digo más-. Y, por añadidura, nos invita a la reflexión. Como os decía, un imprescindible del género.
Ah, se me olvidaba... Maravillosa la escena con el perro vagabundo, austera, con escasez de medios pero cargada de emoción. Lo más emotivo de todo el libro.
¡Gracias por vuestros comentarios! Nos leemos...
Marcapáginas 207