Soy matemático

Publicado el 07 abril 2020 por Justo Fernández @soymatematicas

Hola, me llamo Enrique Ferres y soy el autor del blog El Escritorio de Enrique. Hace poco, Justo me pidió que escribiera un artículo sobre lo que significa para mí estudiar matemáticas. Yo estoy a dos asignaturas de terminar el Grado en Matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid, sin embargo sí me puedo llamar matemático, pues esta palabra venida del griego significa estudioso. Seguro que ahora todos os sentís un poco más “matemáticos”. Este artículo quiero dedicárselo a todos los estudiantes de secundaria, ya seáis de “ciencias” o de “letras”.  

Trayectoria

Mi historia no es la de un niño prodigio de las matemáticas, ni la de un enamorado desde pequeño por esta disciplina. Al igual que la mayoría de vosotros, mi infancia transcurrió ensoñándome con un futuro en el que yo era futbolista, explorador, médico… Y en la adolescencia el futuro me parecía aún más lejano que en la infancia, por lo que no tenía que preocuparme demasiado por él. Sin dejar de lado los estudios prefería pasar el tiempo jugando al voleibol, saliendo con mis amigos y hablando de las chicas que nos gustaban.

Recuerdo la importancia que le daban mis profesores a elegir una rama en la que especializarnos, recuerdo a mis padres hablándome de lo importante que era para mí leer mucho y ser un buen estudiante. Siempre me gustó leer y sacaba buenas notas, pero no entendía lo vital que era pensar en un futuro tan lejano.

La primera decisión de estas que todos consideraban importantes tuve que tomarla en 4º de la ESO, cuando me decanté por estudiar la rama biosanitaria. A mí me gustaba más el arte y escribir, pero todos decían que en ciencias tendría más salidas, que siempre podía “cambiarme” cuando entrara en la universidad. Así estudié el Bachillerato de ciencias biosanitarias, cada vez más convencido de querer ser médico, pero con mis aficiones artísticas.  

¿Cuando empezó mi amor por las matemáticas?

En segundo de bachillerato mi profesor de matemáticas, David, me descubrió el Álgebra y la Geometría. Recuerdo la primera vez que estudiando matemáticas algo dentro de mí se estremeció como cuando entendía una obra de arte. Él debió ver este nuevo interés en mí porque me dejó algunos libros suyos para que me los leyera. Planilandia, de Edwin Abbott, es un libro que te lleva al mundo de dos dimensiones habitado por ciudadanos con formas geométricas estructurados en una jerarquía en función de los lados que tienen. Me fascinó.

Cuando estudiaba Filosofía mi curiosidad por las Matemáticas aumentaba al ver que los grandes pensadores de todos los tiempos mantenían a las matemáticas en un lugar especial, apartado de sus disquisiciones. ¿Qué hacía a las matemáticas tan especiales? ¿Por qué dicen los entendidos que las matemáticas están en todas partes? Era mucha curiosidad la que sentía.

Afronté la selectividad con la idea de estudiar Medicina en mente, y por unas décimas no entré. Aquel “fracaso” se convirtió en la mayor oportunidad que tenía. Entré en Matemáticas sin saber dónde me metía, toda mi familia es de “letras”, este mundo lo desconocía, pero tenía lo único que hace falta para estudiar: curiosidad y ganas.

El camino que he recorrido hasta aquí no ha sido fácil, me ha costado mucho sacar esta carrera adelante. A menudo sientes que no vales para esto, todo te cuesta más que a los demás, te acabas sintiendo la persona más tonta que conoces. Tropiezas una y otra vez y mucha gente abandona.  

¿Qué supone estudiar matemáticas?

Las matemáticas superiores son una prueba dura. He visto a los más talentosos pasarlo mal, desalentarse. Sin embargo, en un momento dado aprendes a encajarlo, a levantarte, a modificar tu forma de estudiar, de concebir algunos conceptos que siempre se te han atravesado.

Eso es lo más importante que he aprendido en esta carrera, a encontrarme a mí mismo, a demostrarme que no hay cosas para las que estoy hecho y otras para las que no; algunas cosas pueden costar más que otras, esas son las que merecen la pena porque sacan lo mejor de uno mismo, te obligan a comprender que tus capacidades son mucho mayores de lo que imaginas.

Este proceso lleva a quien acaba Matemáticas prácticamente a donde quiera: unos deciden seguir estudiando matemáticas aún más superiores y dedicarse a la investigación; otros, los más, deciden trabajar en la empresa privada (aquí hay mucha suerte hoy en día, las posibilidades son prácticamente ilimitadas: desarrollo tecnológico, finanzas, estudios de mercado, inteligencia artificial, consultoría empresarial…).

Yo he decidido poder compartir lo que he aprendido con vosotros, enseñaros lo que desconocía antes de estudiar matemáticas y he aprendido a lo largo de todos estos años y seguiré aprendiendo. Porque un matemático es un estudioso, y nunca quiero dejar de ser matemático.

 

Preguntas y respuestas

En cuanto a las preguntas que me hacía he logrado encontrar algunas respuestas. Los matemáticos no tienen muy claro si las matemáticas existen en la realidad o no. Por una parte, la capacidad de distinguir cantidades de objetos es una característica común en muchas especies de animales, lo cual indica que leer numéricamente la realidad es natural. Esto puede significar que las matemáticas sí existen.

Sin embargo, las matemáticas más abstractas parecen en ocasiones una creación humana, una invención artificiosa que dista mucho de existir. ¿Existen los polinomios o solo son una invención que “funciona” para leer la realidad? Desde luego es una discusión que merece muchas más líneas de argumentación.

Las matemáticas son la herramienta que utilizamos para descifrar la realidad y parecen estar en todas partes, pero tal vez sea porque solo sabemos mirar esta parte de la realidad y hay muchas otras, fuera de nuestra comprensión, que escapan a las matemáticas. En ningún momento de mi vida he dejado de leer, ni de escribir poesía, ni de empaparme de filosofía, física o biología. Tampoco he dejado de hacer deporte.

A modo de resumen quiero transmitir dos ideas. La primera es que cada persona sigue su propio camino, pero el fracaso no existe, porque, como decía Machado “caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, y los caminos incorrectos tampoco existen, porque el único camino es el que haces día a día (y, como bien sabréis, no puedes comparar si solo tienes un elemento como referente).

La segunda idea es que la vida actual te obliga a especializarte en algo para poder ser “útil” (o lo que es lo mismo, para ganarte la vida), pero no dejes de lado otros conocimientos, otras formas de hacerte una persona completa, en definitiva, realizarte como persona, aunque parezca que no sirve para nada.

El otro gran profesor que he tenido, Ignacio, siempre nos decía: cuando os pregunten para qué sirven las Matemáticas responded “para nada”, pero como decía Emily Dickinson “la nada es lo que renueva el mundo”.    

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