‘Soy Mujer, Lesbiana y Visible’ por Sarah Abilleira

Por Sarah_abilleira @PonteEnMiPiel

Isla de Ons, Pontevedra

Soy mujer, gallega, periodista y lesbiana visible. Siento un gran orgullo de llevar estas etiquetas. Hay quien piensa que las etiquetas sobran, y en cierto modo estoy de acuerdo, ya que ojalá podamos llegar al momento de no necesitarlas, aunque por ahora me suena demasiado a utopía, a mundo imaginario, perfecto e idealizado, porque en realidad vivimos en una sociedad en la que quien no llora no mama, y si no te visibilizas ni te reinvindicas no existes ni te oyen, y aún así pocos te hacen caso.
Es cierto que ser mujer es difícil en una sociedad machista, pero creo que lo es más si eres una mujer que forma parte de las siglas que conforman la comunidad LGTB. Otra de las cosas de las que me siento orgullosa de ser lesbiana es que nuestra L es la primera. En pocas cosas nos reconocen el primer puesto, y es duro, porque sin la M de Mujer no habría Mundo, ni tampoco Vida.
Estoy feliz de ser mujer y lesbiana, así, reiterando en dos palabras de gran peso en lo que muchxs pueden pensar que es redundancia, pero no, para mí no lo es. Es Lucha, es Visibilidad, es Orgullo de ambos conceptos, de ser quien soy y de vivir como mi naturaleza me dicta, no como la sociedad impone.
Siento orgullo de mí como mujer y lesbiana, y por otras tantas que viven y luchan por el bien común de todas las demás. Somos pequeños granitos de arena que poco a poco hemos ido creando preciosas playas de gran diversidad, pero lamento que haya mujeres, que con gran peso social, vivan a la sombra de esta lucha, que es por y para todas. Siento y lamento que no tengan el valor de imponerse al machismo que impera y escondan bajo las sábanas su naturaleza, escudándose en que no quieren enarbolar ninguna bandera ni movimiento, pero son las primeras en disfrutar de los logros de lxs valientes que han dado la cara y se la han partido, una y mil veces, por el matrimonio, la aceptación social, el respeto, la dignidad... Ellas son las que podrían habernos hecho el camino más fácil al resto, pero no han querido, ni quieren, por lo que somos nosotras las que hemos hecho posible este momento de cambio social. Ellas viven a la sombra dejando huérfanas de referentes a cientos de lesbianas que buscan incesantes un espejo en el que poder reflejarse.
Recuerdo cuando era pequeña, que crecí con un solo número de la revista “Nosotras”, una publicación lésbica ¿mensual? ni lo sé ni lo recuerdo, porque sólo pude adquirir el último número. No sabía que lo era y por mucho que fuese al quiosco los meses posteriores a buscar un nuevo número, jamás volví a encontrar otra publicación. Para mí, mis referentes eran aquellos artículos y fotos en papel los que me mostraban que no era la única, que no estaba sola, pero por más que buscase no encontraba ningún espejo. Sólo ese cristal que reflejaba mi propio rostro, y fue ahí, cuando vi mi cara, cuando comprendí que si no había referentes había que crearlos. Si ellas no quieren, que vivan su hipocresía. Crecí con esa falta, pero gracias a ello aprendí a valorar mi propio reflejo, mi lucha, mi camino, que aún habiéndome encontrado con grandes obstáculos machistas y lesbófobos he llegado a convertirme en una lesbiana orgullosa de serlo, a la que no le importa gritar por todo lo alto que es bollera, que no necesita de los hombres en su cama para sentirse realizada, ni plena, ni aceptada. Una tortillera fiel a sí misma aun cuando el mundo le ha dado tantas hostias por vivir su vida sin importarle el qué dirán o sin encajar en las pautas heterosexistas y machistas. Porque no, no necesito de un hombre para ser feliz.
Siento orgullo de ser mujer y lesbiana, y de pertenecer a una generación de lesbianas huérfanas de referentes, pues hemos sido nuestras propias mentoras y nos hemos convertido en un referente común, global, sin nombre ni rostro, pero con nuestra bandera bien alta por nuestros propios méritos. Y lo que más orgullo me genera es que esas próximas generaciones de mujeres lesbianas que están por venir, abrirán los ojos y verán un mundo un poco más diferente al que nosotras, las huérfanas, nos encontramos, pues no tendrán a una o dos, o incluso cuatro mujeres lesbianas de referencia, como ha ocurrido con la comunidad gay, sino con cientos de mujeres diferentes y únicas en las que poder reflejarse. Y éste es el mejor regalo que podemos hacerle a todas aquellas mujeres lesbianas que tuvieron que vivir su sexualidad y su naturaleza a la sombra de una sociedad hecha por y para hombres. Esta lucha, la de la visibilidad, no es sólo por nosotras, sino por todas aquéllas que ya no están y por todas las que vendrán.
Hoy y siempre diré que me siento orgullosa de ser quien soy, mujer y lesbiana. Siempre visible.
Feliz 26 de abril, Día de la Visbilidad Lésbica



Directora de Ponte en mi Piel