¿Soy realmente marxista?

Publicado el 04 marzo 2014 por Romanas
                                                               Rainer María Rilke  La verdad, lo juro por la mejor salud de mi mujer, es que no sé lo que hacer. La base fundamental, esencial de mi pensamiento no consigo que sea entendida por los demás, “ergo” soy yo el que falla y no los otros. El marxismo no es lo que históricamente hemos comprobado, como tampoco lo es el cristianismo y el budismo. Marx escribió miles de páginas con las que yo no estoy de acuerdo, sobre todo con aquéllas en las que hacía una prognosis de la historia, porque ésta es, no puede ser, sino un arcano indescifrable, porque en su curso o su transcurso influyen miles de circunstancias, entre las cuales, la acción del hombre no es la menos importante, y el hombre, creo que lo he dicho ya hasta la saciedad, es una mierda seca pinchada en un palo, de manera que ni Fidel Castro ni Ernesto Guevara consiguieron ser superhombres como tampoco lo soy yo, que quise entrar por estos lugares con un alias, creo, suficientemente ilustrativo: “Hijo de puta”, pero un buen, un excelente amigo, me convenció para que no lo hiciera y me proporcionó el propio nombre de su abuelo, eutiquio, que creo que quiere decir el bien hablado.   Yo, que estoy sometido, involuntariamente, a una reducción brutal y fatal de la memoria, me encuentro ahora con que todo mi bagaje marxista se reduce a unas cuantas líneas:  1-Todo es economía, axioma absolutamente inatacable para todo el que sea capaz de ver la verdadera entraña de las cosas,   2-lo que yo llamo el imperativo categórico marxista: dale a la sociedad todo lo mejor que tengas y no le pidas a ella más que aquello que te sea imprescindible para vivir.  A lo mejor, o a lo peor, es que yo no sólo no soy marxista sino que no tengo ni puñetera idea de lo que realmente es el marxismo, de hecho, los 2 o 3 grandes estudiosos del marxismo que han pasado por aquí, por los blogs por los que hasta ahora me he movido, anduvieron dialogando conmigo cierto tiempo y, luego, me dejaron por imposible.  Pero yo, que tengo la sensación de que no dispongo de mucho tiempo que perder, me veo en la insoslayable necesidad de creer en algo que justifique de alguna manera lo que hago, o sea de encontrar algo en que creer, algo por lo que trabajar, los 4 puñeteros días mal contados que me quedan y lo he encontrado en estas 4 líneas que acaba de transcribir.  Pero tú, que eres de las pocas alegrías que últimamente me ha dado la vida, porque pocas veces había encontrado yo tantos elementos de coincidencia desde el nombre tu blog, Geometría de invierno, a tu afición por Rainer María Rilke, etc., etc., de pronto has comenzado a encontrar motivos para desencontrarte conmigo que, a mí, me parecen insuficientes, porque las disidencias son bilaterales o sea que son de ti hacia mi pero igualmente en el otro sentido, lo que parece que sucede es que yo por viejo soy mucho más relativista que tú.  Dejando aparte aquel primer detonante, las superwomans, de las que no he vuelto a escribir una sola palabra, a pesar de que he tenido muchos motivos para ello, para no molestarte otra vez, éstos de ahora sí que son realmente importantes pero creo que absolutamente inmotivados.  Dices que te repugna cada vez que hablo de Cuba y de China. Y respecto a la isla, aportas pruebas directas de tu conocimiento. Algo parecido a lo que me sucedió con bensalgado cuando vino de China.  Yo no he salido nunca más allá del portal de mi casa. O sea que no tengo experiencia directa de casi nada. Soy, poco más o menos, el hombre que todo lo aprendió en los libros y en ese pequeño microcosmos que todos llevamos dentro de nosotros mismos.  Por eso, no sólo es que me puedo equivocar, es que seguramente me equivoco, pero, claro, no voy a renunciar también a esto, me equivoque o no, lo que yo creo que es el mundo, es el único mundo que yo tengo.  O sea que yo me voy a quedar con la Cuba que siempre he soñado y con la China que a mí me gustaría que fuera no con la que estoy seguro de que ahora no es.  Porque no tengo nada, absolutamente otra puñetera cosa en qué creer y no quiero acabar pegándome un tiro.  Pero, eso, sí, siendo como son y lo que son, me parecen mejor que ese mundo sobre el que estaba acabando de escribir otro post, cuando gmail me ha dado traslado en la pantalla del comentario que tú acababas de escribir.  Entonces, lo he dejado allí, reposar un poco y, ahora, apenas cuelgue éste, volveré con él.  Sinceramente, Lucía, un beso,