Soy una chaquetera

Por Negraflor @NegraFlor_Blog

Sí, ésa soy yo. Una chaquetera. O, dicho de otra manera, y más acertadamente, podría decir que, tal y como te conté, soy versátil. Digamos que, según la situación o el momento, llevo diferentes chaquetas. Cuando digo chaquetas, me refiero a las diferentes facetas que componen mi personalidad.

Cuando estoy con mis hijas, soy la madre que cría, amamanta, colecha, educa respetuosamente, canta, baila y hace payasadas para y con ellas. Cuando estoy en el grupo de apoyo a la lactancia, soy la asesora que intenta resolver dudas, eliminar problemas, la que apoya, contiene, empodera, escucha.

Cuando estoy con mis amigas de fiesta, soy una gambitera que bebe y cierra bares y, si hace falta, se sube al podium más alto a bailar dándolo todo (aunque lo del podium hace tiempo que no lo hago).

Sigo siendo yo cuando hablo de sexo (porque me gusta hablar de sexo, y más me gusta practicarlo; como a la mayoría, supongo), y me pongo picantona, y le encuentro doble sentido a todo.

También soy yo la que disfruta de los días de tranquilidad y soledad en casa, relajada, leyendo, viendo series, haciendo el perezoso en el sofá o en la cama.

Siempre soy yo. Con mis diferentes facetas, cual cubo de Rubik. Pero nunca, nunca dejo de ser YO.

Hay personas que entienden que, en todas esas facetas, con cada una de esas chaquetas puestas, sigo siendo yo. La esencia es la misma. Porque hay personas que entienden que la personalidad la conforman todos nuestros distintos “yo“; esa versatilidad, para mí, es valiosa. Es la capacidad de adaptarse.

Pero hay gente que no concibe que una persona sea multidimensional. Hay quienes no pueden creer que alguien pueda mostrar una parte diferente de su persona según la situación. Me han conocido en una de mis facetas, me ven siempre en ella y, cuando saben de alguna de las otras, se sorprenden. Negativamente, claro; si no, no tendría gracia. Y entonces empiezan los juicios de valor. Que si cómo he cambiado; que si yo antes no era así; que si qué me está pasando…

Y yo digo: no sabes nada de mí. No conoces como me comporto en cada situación. Así que, por favor, no me juzgues. Me da mucho coraje la gente que juzga a los demás a la ligera, sólo porque no se comportan como ellos esperan que lo hagan en una situación determinada.

Así que, resulta que alguien está acostumbrado a ver solo un aspecto de mi personalidad; y cuando conoce otra de más facetas, me critica por ella, habla a mis espaldas. Clama a los cuatro vientos porque no me reconoce, porque he cambiado, porque yo antes no era así. Y se trata de alguien que me ha conocido en una situación muy concreta de mi vida, que no le da para entenderme en toda mi complejidad. Se queda con el hecho de que eso que ha conocido de mí es todo lo que soy, que no hay nada más allá. Y se equivoca, claro.

Por eso creo que tendríamos que andarnos con más pies de plomo a la hora de emitir juicios de valor gratuitos. Entender que todo lo que vemos no es todo lo que los demás son, la mayoría de las veces. Mejor nos luciría.