Soy una mala madre

Por Mamapsicologain @mamapsicologain

Soy una mala madre, lo confieso delante de todo el mundo. Soy una mala madre, lo reconozco, y te explicaré por qué escribo esto a lo largo de este artículo. Te lo iré contando punto por punto y quizás descubras que tú, igual que yo, eres una mala madre.

Soy una mala madre porque ...

    insto a mis hijos a hacer las cosas solos, no quiero seguir haciendo lo que mis peques ya saben hacer por sí mismos. Es decir, no les pongo las zapatillas en los pies, ni les hago los deberes, ni dibujo por ellos, no les preparo la mochila, ... Aunque sí les acompaño en su aprendizaje desde la distancia: cerca, pero lo suficientemente lejos para que ellos aprendan a ser autónomos en su cuidado personal o higiene pero también para que aprendan a aprender y a pensar.
    Elogio sus esfuerzos, sí, yo soy de las que elogian y premian con abrazos, besos, soles y caras sonrientes. Dejo que aprendan a ponerse los calcetines solos y aunque se los pongan del revés premio su esfuerzo. Sí, me resultaría más fácil acompañarles todo el tiempo al baño y limpiarles, sí acabaría antes si los vistiera de arriba a abajo yo pero ellos deben aprender a no depender de terceros y a valerse por sí mismos. Elogiar sus progresos y sus esfuerzos consigue que están motivados para continuar y, aunque inicialmente la motivación es extrínseca poco a poco van aprendiendo a disfrutar de sus avances sin que nadie les empuje.
    No les compro todo lo que me piden, y no lo hago porque todo lo que me piden sea caro o no pueda comprarlo, sencillamente no se lo compro para que aprendan el valor de las cosas, del esfuerzo que supone ganar el dinero que tenemos en la familia y por último, y no menos importante, porque deben aprender a que no siempre podemos tener cuanto deseamos. Se que les frustra, se que lloran, se que en esos momentos creen que soy la más mala de todas las madres ... pero también se que lo que hago es educar y no malcriar.
    No me importa que me monten una pataleta en medio de la playa, en la piscina o el súper, me da igual que griten en plena calle y aunque me duela en lo más profundo de mi, no cedo a sus demandas si éstas son solo fruto de un capricho pasajero, su educación está por encima de las miradas de la cajera, la vecina o la abuela ociosa que tiene remedios para todo sin conocerme de nada.
    Dejo que se caigan, se golpeen y se rocen las rodillas. Permito que corran y chillen en los parques infantiles, pero no así en casa o en otros lugares, no, encima del sofá no se salta ni tampoco en las camas (ni en las nuestras ni en las de los hoteles).
    Evito caer en la tentación de pensar que cuando sean mayor ya aprenderán, y aunque es cierto que mis hijos todavía son pequeños justo es ahora cuando tienen la oportunidad de cometer errores y aprender a rectificar. La infancia es un tiempo para entrenarse, para equivocarse, buscar los límites y aprender hasta dónde pueden llegar. Que los niños se equivoquen es normal y esperable pero deben aprender cuando lo que hacen está mal ya sea porque hieren los sentimientos de los demás, rompen algo o ponen en peligro su seguridad o la de los demás.
    En casa tenemos normas y límites que todos debemos respetar para vivir en armonía, así como unos hábitos y rutinas que nos ayudan en nuestro día a día, de este modo saben que después de jugar deben recoger todos sus juguetes y que siempre, antes de sentarse en la mesa, deben lavarse las manos, y así podría enumerar más ejemplos.
    No les dejo el móvil ni la tablet sencillamente para que me dejen tranquila y se callen mientras comemos o cenamos, aunque sí juegan con ellos en momentos pactados y siempre que hayan realizado las tareas que les tenemos asignadas: hacer los deberes, poner la mesa, recoger sus ropas, ...
    Regalo juegos educativos, libros, colores, ... y no solo juegos electrónicos ni los de la última moda.

Mis hijos tienen 6 y 4 años y, sí, soy una mala madre a los ojos de much@s pero sencillamente estoy educando en un mundo difícil y cambiante, donde debemos formar personas que aprendan a pensar, que entiendan que deben esforzarse para lograr un futuro y que no deben esperar a que sean otros quienes les resuelvan los problemas. Sí, soy una mala madre que busca educar buenos hijos.

Foto cortesía www.freepik.com

Acerca de Sara Tarrés

Soy Sara Tarrés, madre de dos niños de 6 y 3 años.Licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona.Máster en Dificultades del Aprendizaje (ISEP).Postgrado en Psicopatología Infantil (ISEP)He trabajado realizando reeducaciones y asesorando a padres, maestros y profesores en diferentes escuelas concertadas de Barcelona.Actualmente ejerzo únicamente como madre, ya que decidí hacer un parón profesional para dedicar todo mi tiempo y esfuerzo para acompañar a mis hijos en sus primeros años de desarrollo. Con ellos aprendo día a día. Y son precisamente ellos mi fuente de inspiración diaria.