Este Lunes escribí una carta, como todos los Lunes a las más de 4000 personas que estáis ahí detrás y que las recibís todas las semanas. Os hice una pregunta muy sencilla ¿de qué quieres que hable en mi blog? Tengo un gran dilema moral cada vez que escribo. Por una parte tengo la obsesión con ser honesta con lo que hago aquí. No es nada fácil, porque a veces tapamos muchas cosas incluso para nosotras mismas. Me esfuerzo mucho para que esa honestidad quede aquí plasmada y se trasmita a los demás. Para ello tengo que analizar mi propia experiencia, pero he aquí mi segundo dilema moral ¿es lógico que otras personas apliquen las cosas en base a mi experiencia? Para ello paso horas documentándome para estar segura que esa experiencia está bastante extendida.
Una de las preguntas que recibí este Lunes me hizo reflexionar muchísimo acerca de mi propia vulnerabilidad. Es simple ¿qué te hace vulnerable? Lo pregunté en Facebook y muchas contestaron la familia, los hijos y el miedo. A mi me dirigen esa pregunta por una razón: me expongo públicamente con mis ideas y con mis opiniones.
Hace unos meses leí un libro que me impresionó mucho. Se llama “Teoría King Kong” de Virginia Despentes. Es un libro muy duro de leer, tanto por el lenguaje como por lo que relata, con el complemento de que es autobiográfico. En él planteaba algo muy duro pero muy cierto, si nunca sales de casa nunca te pasará nada. Pero nada bueno, ni nada malo. Con esto quiere decir que si te mantienes en una posición segura para no exponerte a nada malo, no te va a suceder nada malo, pero tampoco te va a suceder nada bueno. Básicamente no te pasará nada.
Cuando alguien es vulnerable quiere decir que es susceptible a un daño físico o psicológico. De igual manera que en Japón eran vulnerables a sufrir un tsunami por su situación geográfica, las personas somos vulnerables por muchas razones. Yo soy vulnerable por el hecho de someterme de este modo a la opinión de los demás.
Es fácil contestar con un “no te expongas públicamente”. Pero volviendo a la Teoría King Kong, si no haces nada, no te pasa nada, ni las cosas buenas y tampoco las malas. Y a mí me pesan mucho más las buenas, por el momento.
Todos somos vulnerables cuando amamos. Al querer a tu pareja, tu familia o tus amigos creas razones para volverte vulnerables. Ya no somos nosotras, sino todos aquellos a los que queremos nos pueden hacer daño. Y además podemos sufrir daño a través de ellos. Elegimos querer a pesar de ser vulnerables con ello. Nadie cuestiona que dejes de querer, de enamorarte, ni de tener hijos para no sufrir. Bueno, algunos también lo cuestionan. De hecho individualmente mucha gente quiere no enamorarse, no tener hijos, ni ilusionarse con nuevas amistades por miedo a que les hagan daño, o bien ellos o a través de ellos.
Todos somos vulnerables y en distinto modo todos nos exponemos. Yo tengo claro que aquello que me hace más vulnerable es también lo que más feliz me hace. Hace años que decidí ser amiga, ser pareja y ser madre sin dejar que el miedo a ser vulnerable me quitara de experimentar los mejores momentos de mi vida.
Hace menos que eso decidí abrir un canal para expresarme y aportar mi experiencia a quien pudiera ayudar a través de él y hacerlo honestamente. La honestidad te hace muy vulnerable. Y alguna vez he sufrido esa parte mala que tiene la exposición, y a pesar de todo pesa mucho más lo bueno.
Si de algo puede servirte mi experiencia es para saber que lo único que debes dejar en casa es el miedo.