Soy yo

Por Latetaymas @LaTetayMas

Si ahora fuera a contaros esto, empezaría con un largo e intenso silencio…

Estoy escribiendo, y en el negro sobre blanco los silencios son difíciles, yo diría que imposibles, porque significan la no existencia, la nada.

Hoy escribo para deciros que La Teta y Más se reinventa una vez más, pero no.

Hoy escribo para deciros que soy yo, y que no me reinvento, ni me invento: me descubro a mi misma y me comparto con vosotros.

Llevo ya tiempo (meses) un poco oculta. Han pasado muchas cosas en mi vida que me han afectado mucho más de lo que yo creía o estaba dispuesta a aceptar. Y no voy a hablar una vez más de la gente que se me ha ido, las mujeres de mi familia que ya no están y me han dejado un hueco eterno, porque ese hueco, aunque no se llena, se oculta al reordenar la mochila para seguir viajando. No. Son más cosas.

Hace meses me trasladé. Toda la familia nos mudamos a otro lugar, muy cerca de casa, es verdad, a otra casa que también era la mía. Una casa llena de fantasmas, de esos fantasmas buenos que te recuerdan lo que eras y lo que querías y esperabas hace…la mitad de mi vida.

Y la tienda cerró, y con ella, otra parte de la vida que se ha llevado, en prenda, relaciones, emociones, distancias, cercanías. Con aquello hemos tenido que aprender a vivir sin algunos, y pendientes de otros. Hemos tenido que aprender a vivir con la sensación de haber perdido mucho más que la tienda, porque han aflorado sentimientos que a nadie le gusta tener presentes.

De repente, todo lo que yo era ya no estaba. El caso es que nunca he sido más que lo que hago. Es complicado.

Raquel García ha sido periodista, hija, hermana, prima, sobrina, amiga, esposa, madre, tía, gerente de una tienda, asesora, … Me he definido siempre por lo que hacía o lo que quería hacer, y nunca, jamás, me había tomado el tiempo de pensar en lo que soy: mujer. Y he tenido que llegar a un momento de mi vida en el que el lugar en el que estoy hace menos inmediato el contacto con las amigas, con mi madre, … En que mis hijas ya no necesitan la presencia constante de su madre… En que el negocio ya no tiene un lugar físico al que acudir cada mañana. Ha tenido que ocurrir todo eso en mi vida para verme en realidad, sin las cosas que hago, y tener que obligarme a buscar lo que soy de verdad y cómo es esa mujer que me mira desde el espejo cada mañana.

El caso es que todo esto  ha ido formando en torno a mí una especie de crisálida de apatía, que cada vez era más densa. En lo personal, en mi yo de más adentro, me ha resultado difícil organizar mi tiempo, no quedarme perdida en mitad de algo, con la mirada hacia algún sitio del que no era, ni soy consciente. Y en lo demás…

He tratado de deshacerme de cosas, lo habéis visto, con ofertas y actividades varias, pero no podía llenar esos huecos con nada más. El teléfono lleva meses apagado, sin contestar a nadie. Pero no lo doy de baja, sigue ahí, y sus facturas me lo recuerdan todos los meses.

Pero ya.

De repente hubo un día en que me di cuenta de que había un trocito de seda de la crisálida menos densa y que dejaba pasar la luz. Y en cuanto quienes me quieren han visto que empezaba a verles, se han puesto delante para que tomara conciencia de ello.

Y mi comadre del alma me dijo con sus acciones que confía en mi y que tire.

Y otra comadre, a la que no he puesto piel, pero sí muchas horas de letras, me dice que quiere que esté con ella y me ofrece el mejor regalo envuelto en la caja  de una formación que me ha devuelto ganas.

Y empiezo a pensar: yo soy otra, soy Raquel, la mujer que necesita saber, que mira con curiosidad, que adora compartir, para la que es imprescindible conocer cosas nuevas a cada momento. Soy Raquel, ya no soy La Teta y Más, sino que La Teta y Más es la puerta de mi casa, donde estoy yo, Raquel. Soy Raquel, la que es feliz cuando otra mujer se mira en sus ojos y se encuentra en ellos.

Y empiezo a gestar, porque soy Raquel, una mujer fértil.

La Teta y Más no se puede reinventar. Las reinvenciones son fruto de la desesperación por abrir vías de negocio, y esto no es sólo un negocio, sino una forma de vida; la forma en que yo quiero vivir mi vida. Y me tiene que dar de comer, sí, pero no hay que reinventar nada. Porque La Teta y Más soy yo, y yo no tengo que reinventarme, sino demostrar que soy yo.

Pero había algo que me retrasaba. Un hilo de seda atándome un pie. La ausencia, supongo, de una excusa.

Pero, y esto es para que veáis que todo lo que ocurre en la vida es importante, un hacker hijo de puta (no había escrito ni un solo taco, y esa también soy yo: Raquel habla peor que un carretero) llenó de software malicioso el blog que yo dedicaba a los productos, destruyendo todas las bases de datos, igual que las bases de datos de la careta de entrada a la web. Me acordaré, lo juro, de todos los ancestros del personaje, porque el buscador de google me sigue teniendo en cuarentena, y habrá quien no quiera entrar ahora en mi casa virtual por miedo a una infección. Pero bueno, que me estoy alejando del tema.

El caso es que después de darme cabezazos con lo que estaba pasando, decidí que es que ese era el momento. Había que cortar el hilo del pie, y sacar las alas. Ni un duro tengo, pero no importa, porque tengo manos, un ordenador y una cabeza que no funciona mal. Y me puse de parto.

Y parí todo lo que llevaba gestando semanas.

Una nueva web, que está orientada sobre todo a estar en contacto con vosotras, las mujeres que me llamáis y no me encontráis porque el teléfono está desconectado (se conectará en breve, lo prometo). Una web en la que describo con detalle todo lo que puedo hacer por vosotras, y que está abierta a que expliquéis vuestros sentimientos y dudas.

Y no digo que se acabe La Teta y Más. Eso jamás. Pero ahora queda más claro que yo no soy La Teta y Más, sino que La Teta y Más soy yo.

Que no es lo mismo.

Aquí la tenéis:

www.latetaymas.com